Este blog está dirigido a aquellos que han asumido el reto de esta gran aventura que llamamos "Matrimonio". Esperamos llegar no solo a los matrimonios sino también a los novios que han decidido unir sus vidas o ya lo están pensando; para que a través de nuestras palabras decidan amarse "para toda la vida".

domingo, 7 de noviembre de 2010

Nuestras vacaciones familiares

Dese hace un buen tiempo atrás decidimos en familia que una vez al año saldríamos de vacaciones algunos días juntos, luego cada quien podría decidir qué hacer o donde ir el resto de ellas. Es así que este pasado mes de octubre, nos fuimos esta vez los cinco de vacaciones, decimos los cinco porque el novio de nuestra hija mayor nos acompañó en esta aventura llamada “vacaciones familiares”.

Planear las vacaciones nos demanda mucho tiempo y sobre todo mucha paciencia, primero para escoger la fecha en que las tomaremos y poder solicitarlas en nuestros respectivos trabajos; luego y lo más complicado “a dónde iremos”, punto crucial y algo estresante. Como es de suponer cada quien tiene un destino favorito y no siempre coincide con el del otro, es así que luego de varias propuestas ya teníamos una decisión tomada. Fuimos a informarnos, el medio en que nos transportaríamos nos entusiasmó, los lugares a visitar más todavía; pero cuando creímos que todo estaba listo, nos llegó el presupuesto y no hubo acuerdo entre todos, por lo que nuevamente nos enfrascamos en escoger un nuevo destino. Luego de muchas conversaciones escogimos una ciudad con lugares que todos queríamos conocer pero nuevamente se interpuso la parte económica y a buscar nuevamente; por supuesto que durante todo este proceso hubo marchas y contramarchas, que “ya no vamos a ningún lado”, “vayan ustedes yo me quedo”, “por qué le dábamos la razón a una y no a la otra”, que si “era injusto”; en fin, todo lo que podría ocurrir en una situación como esta. Luego de darnos un espacio y un tiempo volvimos a la carga e intentar escoger finalmente donde iríamos, sobre todo que estuviera al alcance de todos. Finalmente llegamos a un acuerdo y esta vez el presupuesto se acomodaba a todos los bolsillos. Por fin las vacaciones familiares de este año serian una realidad.

Llegada la fecha esperada y estando en el lugar escogido, además de la tranquilidad y el disfrute, la convivencia no fue muy sencilla, todos y cada uno tenemos caracteres diferentes, distinta forma de ver y enfrentar situaciones particulares, con más o menos paciencia y tolerancia. Y es que la convivencia, es tratar de amoldarse sin dejar aristas que pinchen al otro y no siempre es sencillo de conseguir. Felizmente de una forma u otra todos pusimos de nuestra parte y disfrutamos de nuestras vacaciones, aunque también estamos seguros que en algún momento, muy pero muy adentro nuestro nos dijimos “prometo que estas serán nuestras últimas vacaciones familiares”, algo repetitivo pues todos los años ocurre lo mismo.

Finalmente las “vacaciones familiares” son una excusa pues ya sea por nuestras actividades laborales o particulares muy pocas veces podemos estar todos juntos y este es el mejor momento, el poder dedicarnos una o dos semanas al año para poder convivir, compartir, disfrutar y soñar juntos; algo que siempre hemos valorado y que creemos necesario: El vínculo familiar no debe romperse por nada, ahora disfrutamos pero también han habido no muy gratos momentos y la unión familiar y el apoyo de todos ha sido la fuerza motivadora para salir adelante, ese es un gran tesoro que no debemos descuidar.

viernes, 8 de octubre de 2010

Una escuela de preparación para el Matrimonio

Muchas veces nos hemos preguntado si en algún lugar existirá una verdadera escuela que nos prepare para el matrimonio, una en la que tal vez nos muestren todas las situaciones por las que tendremos que pasar, una que nos de respuesta y que nos ayude a tomar las correctas decisiones llegado el momento; pero creemos que el matrimonio de esa forma no sería lo mismo, no sería la aventura de la que hemos comentado anteriormente; cada suceso, situación o experiencia que se nos presenta, ya sea grata, difícil, arriesgada o inesperada, finalmente nos debe enseñar a ser mejores y que seguimos siendo humanos y como tal nos equivocamos o cometemos muchos errores pero que finalmente el amor de pareja será la fuerza que nos debe ayudar a superarlo todo.

La aventura del matrimonio es así, no sabemos lo que vendrá mañana y cómo reaccionaremos frente a un hecho agradable o difícil, pero lo que sí debemos saber es que habrán mucha alegrías pero también no todo será color rosa, vendrán los momentos difíciles y complicados pero dependerá de nosotros el salir adelante y el demostrarnos que somos buenos alumnos en esta escuela que es nuestra propia vida.

Hace unos días una querida amiga puso en su Facebook un video que se titula “Cursillo de Preparación al Matrimonio” (de Pixar) y nos encantó porque resume muchas de las cosas que hemos escrito en nuestro blog, por otro lado sentimos como un llamado de atención porque últimamente lo hemos tenido descuidado… “nunca es tarde para volver a comenzar” dice el dicho.

A continuación el video que les queremos compartir: Cursillo de Preparación al Matrimonio


viernes, 20 de agosto de 2010

El mejor y más grande Regalo

Siempre se ha dicho que los hijos son el producto del amor de una pareja y esto indiscutiblemente es así; pero además podemos afirmar que son el más grande regalo que un matrimonio pueda tener, son una bendición de Dios para los esposos que se aman. Y así como en algún momento dijimos que para la vida matrimonial no estudiamos cual si fuera un curso de capacitación, de igual forma no se estudia para ser buenos padres, ello se aprende en la medida que caminamos.

Desde su primer aliento de vida los hijos empiezan a ser un reto para los padres, sus necesidades materiales, el acompañamiento necesario durante sus primeros años, su educación, el consejo oportuno y adecuado en su adolescencia y juventud, etc. y finalmente serán el resultado de todo lo que les hayamos dado y enseñado. Pero de lo que más aprenden es del ejemplo que nosotros como padres les demos y finalmente serán en muchos casos una imagen de lo que nosotros somos. Por ello siempre hemos dicho que a buenos padres, buenos hijos; y si decimos que para que este mundo tenga que cambiar para bien, los matrimonios tendremos que cambiar y esto redundará sin duda alguna en nuestros hijos que cuando sean padres darán el mismo ejemplo a sus hijos y esto será una cadena sin fin, que algún día, y de ello estamos seguros, conseguirá que este mundo sea diferente. Indudablemente que existe la libertad de los hijos para decidir qué es lo que quieren ser y en ese proceso podrían equivocarse y todo lo enseñado podría parecernos que no sirvió de nada. Eso ya no depende de nosotros; pero que eso no signifique abandonarlos a su suerte sino que hagamos nuestro mejor esfuerzo para que aprendan a tomar las decisiones correctas.

Tenemos dos hijas, cada una con caracteres completamente diferentes, la mayor de un carácter fuerte, de mucha decisión, más independiente, capaz de resolver cualquier problema; la menor más apacible, menos independiente, más frágil que su hermana, muy dócil. Siempre hemos procurado sembrar en ellas muchos valores y el sentido de unión y amor familiar, aunque hemos de reconocer que muchas veces nos hemos equivocado y nos ha costado reconocerlo pero hemos tratado de no quedarnos estancados en el error o la equivocación; lo que ha generado una respuesta positiva en ellas y de lo que nos sentimos orgullosos.

Muchas veces nos hemos preguntado cómo es que nos gustaría que ellas nos recuerden; definitivamente no por lo poco o mucho que les dimos materialmente, tampoco por los pocos o muchos acuerdos o desacuerdos que nunca faltaron; solo deseamos que nos recuerden como sus papitos que las amaron con intensidad, muchas veces quizá en el silencio; pero para quienes siempre significaron la joya más preciosa, el más grande regalo que Dios les dio.

Nuestras hijas serán siempre nuestro mayor tesoro.

sábado, 31 de julio de 2010

La Vocación al Matrimonio

Así como todos sentimos en algún momento de nuestras vidas una especie de llamado interno, al que muchos le llaman “vocación” y que de alguna manera u otra nos lleva a nuestra realización personal, así también creemos que existe otra vocación muy importante y para la cual no se estudia; más bien, por lo general se desarrolla sin ningún tipo de orientación. Es aquella en la que vamos aprendiendo en la medida que caminamos, en base a nuestros errores y logros y al esfuerzo que cada uno ponga para salir adelante; ésta, es la “vocación al matrimonio”.
Si tratáramos de definir qué es el matrimonio diríamos que es la unión de dos seres, hombre y mujer, que se hacen uno solo, una unidad, unión que se consolida a través del vínculo del amor; el matrimonio es la unión de dos personas en una sola vida. Creemos pues que el matrimonio es una vocación a la que no todos estamos llamados, aunque resulte quizá un poco difícil de comprender. Esto significa que no todos finalmente tendremos esa disposición y ello no significa que sea algo malo o que no sea lo correcto. Así como no todos estamos llamados a ser médicos, ingenieros o a tener cualquier otra profesión (las llamadas vocaciones profesionales), de la misma forma no todos tenemos que llegar al matrimonio.

Así como para optar por una determinada profesión se requiere tener ciertas cualidades o características personales, de la misma forma, para optar por el matrimonio se requiere una gran capacidad de entrega, de desprendimiento y renuncia, de olvidarse de uno mismo para velar por la felicidad del otro, exige además una fidelidad inviolable.

El matrimonio es exclusivo entre hombre y mujer en el que nos unimos a la otra persona para toda la vida; a diferencia de la vocación profesional en donde si no me gusta puedo cambiar de idea y estudiar otra profesión o lo contrario tener dos profesiones diferentes.

Conocemos y tenemos amigos que han optado por la soltería de manera permanente. A esta opción voluntaria de no casarse o de tomar la decisión de no tener una pareja sexual se le denomina “celibato”, término que ha sido asociado erróneamente a algunas religiones.

Creemos que para tomar una decisión tan importante como la del matrimonio debemos evaluar la posibilidad de que no estemos preparados aún para dar ese paso tan importante en nuestras vidas, o que simplemente no estemos hechos para la vida matrimonial, lo que seguramente nos evitará problemas mayores más adelante.

martes, 20 de julio de 2010

El coraje de decir... "Ya no te quiero"

Sentados en casa en la mesa del comedor observamos a nuestra hija y vemos su desilusión y tristeza frente a una realidad que alguna vez creyó se llamaba amor. Es difícil asumir y superar una ruptura, pues cuando se ama de verdad siempre queda la esperanza de un posible reencuentro o reconciliación; pero también pensamos y creemos que si la otra persona amó de la misma forma no olvidará tan fácilmente lo que alguna vez hubo entre los dos.

En la etapa del enamoramiento es duro descubrir que el amor se terminó y lo dificil que es tener que decir “ya no te quiero”, que muchas veces evitamos para no quedar como los malos o los insensibles, por lo que se opta por las soluciones facilistas, que mas bien terminan siendo actitudes poco honestas al callarlo; en lugar de ello se recurre a frases como “démonos un tiempo” o “necesito un tiempo y un espacio para pensar” o un “te quiero, pero ahora estoy confundido(a)” y finalmente “cuando todo pase volveré contigo”. Estas son solo excusas o una forma de disfrazar tras estas palabras el “ya no te quiero”. Hemos visto como muchas personas prefieren esperar que el otro(a) se canse o se aburra y dé ese primer paso que no son capaces de dar; se trata de evitar ser el “malo(a) de la película”. Y esto se complica más aún cuando hay otra persona en el medio y con la que se lleva una relación paralela, quien finalmente se convierte en cómplice o en una víctima más.

Tener el coraje y la valentía de decir “ya no te quiero” en el momento preciso, es honrar lo que en su momento fue una relación de amor y respeto. Aquí no hay malos ni buenos, solo hay dos personas que una vez se amaron y que por diferentes circunstancias, ya sea uno de ellos o los dos, se dieron cuenta que la relación no daba para más y para no lastimar ni engañar al otro(a) terminan por decirse el nada esperado “ya no te quiero”. La verdad a veces puede resultar ser muy dolorosa; pero nunca es tanto como el engaño y la mentira.

lunes, 19 de julio de 2010

Una bella historia de Amor

[Cuckie:] Hace un tiempo atrás por cosas del trabajo tuve la oportunidad de conocer a una pareja de esposos ya maduros, bordeaban los 70 años de edad; me llamó la atención la forma como se trataban y de mirarse, parecían un par de adolescentes enamorados, me hacían recordar a mis padres. No pude resistirme y les pregunté cuántos años de casados tenían y ese fue el principio de una linda historia de amor que ellos tuvieron a bien contármela, la que .ahora queremos compartir con ustedes.

Juan y Rosa, les llamaremos así, se conocieron en su niñez. Juan se enamoró de ella desde que la vio por primera vez, el tenía 12 años y ella 8. El siempre la acompañaba al colegio y la cuidaba desde lejos y cuando Rosa cumplió 15 años lo eligió como su compañero de baile; y fue en esa ocasión que Juan se animó y le declaró su amor y para su sorpresa ella le dio el sí de inmediato. Fueron 2 años plenos de felicidad, eran el uno para el otro; Rosa estaba segura que él era su complemento y para Juan ella era su razón de vivir.

De un momento a otro al padre de Rosa le ofrecen trabajo fuera del Perú y tiene que marchar con toda la familia, éste fue un golpe terrible para los dos, vino la separación y las promesas de escribirse a diario y llamarse por teléfono; pero la distancia y los problemas propios de la vida los fue separando hasta que perdieron el contacto. Pasaron los años y Juan se casó y formó una familia, pero en el fondo de su corazón mantenía el recuerdo de Rosa, su amor de la niñez. Esto no impidió que fuera feliz al lado de los suyos; desgraciadamente una dolorosa enfermedad se llevó a su esposa. Fueron años de soledad, aunque la compañía de sus hijos, todos varones ellos, y de sus nietos, hicieron más llevadera su vida. Rosa por su lado volvió al país, trato de saber algo de Juan pero ya no estaban los amigos en común y no supo de él; conoció a otro hombre del que se enamoró y se casó, tuvieron 3 hijas y formó un lindo hogar.

Un día, más por presión de sus hijos, Juan asistió a una reunión de amigos y para su sorpresa se reencontró con Rosa; habían pasado casi 40 años desde la última vez que se vieron; ambos creyeron que no se reconocerían, por ello ninguno se atrevió a dar el primer paso, hasta que un amigo en común los “presentó”. No dejaron de charlar toda la noche, hubo muchas preguntas y dudas, casi todas se respondieron. Ambos se sintieron exactamente igual como cuando eran jóvenes y todos los sentimientos que estaban guardados y dormidos volvieron a renacer. Se contaron que estaban casados, Juan no le había mencionado que era viudo, ni Rosa que años atrás su esposo había fallecido en un accidente automovilístico. Vino la despedida y Juan se animó a darle su tarjeta ofreciéndole sus servicios profesionales, Rosa se lo agradeció y le comentó que le hubiera servido de mucho cuando tuvo que hacer los trámites de defunción de su esposo. A Juan se le iluminaron los ojos y el corazón le dio un salto, el amor de su vida estaba sola; pero cómo decirle que él también estaba solo, así que atinó a decirle que esperaba que un día pudieran juntar sus soledades e ir a tomar un café; Rosa le respondió que se sentiría encantada de poder conocer a su esposa, oportunidad que él aprovechó para decirle que también era viudo. Ella no lo podía creer y su emoción fue muy grande, pero no se atrevió a darle su número de teléfono.

Pasaron muchos días antes de que Rosa se animara a llamar a Juan y una tarde acordaron encontrarse para tomar un café; ese fue el reinicio de una relación que había quedado trunca en el tiempo. Compartieron sus historias, sus alegrías y tristezas, pero sobretodo recordaban los momentos que pasaron juntos en su juventud; y nuevamente se volvieron a enamorar como la primera vez; retomaron su historia de amor como dos chiquillos: Paseos tomados de la mano, besos robados, caricias y gestos de ternura, ella su princesa y él su amorcito. Rosa no quería que sus hijas lo supieran y salía de casa con la excusa de ir de compras o a cenar con sus amigas; por otro lado Juan si había contado a sus hijos sobre su reencuentro con el amor de su juventud, recibió el apoyo de todos ellos.

Poco tiempo después Juan le pidió a Rosa que se casara con él, lo hizo tal como lo había imaginado de joven: Cena con velas en un lugar pequeño pero muy lindo, muchas flores, música y un anillo. Todo era como un sueño, un sueño que había quedado guardado en la memoria de cada uno de ellos. Cuando Rosa les contó a sus hijas desaprobaron su decisión argumentando lo pronto que había olvidado a su esposo, que ya era muy mayor para esas cosas, que era el tiempo de ser abuela y que ya había pasado su momento para el amor. Por supuesto que Juan no podía aceptar que nuevamente la vida se encargara de separarlos. Siguieron viéndose discretamente hasta que los hijos de Juan decidieron hablar con las hijas de Rosa. No fue fácil; pero ellos estaban decididos a que su padre y Rosa fueran felices. Felizmente tuvieron éxito y a partir de ese momento todo fue como un cuento de hadas, todos los hijos fueron los que organizaron la petición de mano, las invitaciones, la iglesia, las despedidas de solteros, la boda. Rosa por supuesto que se casó de blanco y a partir de ese día fueron inseparables dedicándose todo el tiempo el uno para el otro.

[Cuckie:] Recuerdo el tono de voz con el que se hablaban, la ternura de Juan al tomar la cara de Rosa entre sus manos y llamarla su princesa, porque decía que las reinas eran viejas y ella no lo era; Rosa se derretía ante sus muestras de amor. El me dijo: “no será mucho el tiempo que estemos juntos pero de lo que estamos seguros es que no desperdiciaremos ni un solo segundo”.

Sobre esta historia de amor nos quedamos con dos cosas importantes: Que el amor trasciende el tiempo y el espacio y que nunca se es demasiado joven ni demasiado viejo para amar.

jueves, 8 de julio de 2010

La Convivencia fuera del Matrimonio

El matrimonio es una alianza entre un hombre y una mujer que deciden unirse por amor para toda la vida; pero hoy en día la convivencia fuera de éste se ha convertido en una de las opciones más fáciles para los jóvenes enamorados.

Con los amigos de nuestras hijas algunas veces hemos tocado este tema y siempre tienen argumentos con los que defienden esta posición como la mejor alternativa hoy en día. Uno de los argumentos más utilizados es: “Debemos convivir para conocernos mejor”, nos preguntamos, ¿hay un tiempo definido que nos permita decir que ya nos conocemos? ¿Llegamos a conocer por completo a la otra persona? Nosotros creemos que no, que el ser humano es un misterio que se va descubriendo día a día, y que seguramente nos irá sorprendiendo. Ese ingrediente es básico en el matrimonio, el ir descubriendo a la persona que amamos, a la que decidimos amar, con sus defectos y también con sus virtudes.

Otro de los argumentos utilizados es: “Para qué firmar papeles, para qué hacer juramentos si con nuestro amor basta” o “mejor probamos por un tiempo para saber si somos compatibles, si nos llevamos bien continuaremos juntos y si las cosas no funcionan, en el mejor de los casos nos diremos un adiós y un gracias por el tiempo compartido”. Pero si hay mucho amor entre ellos, entonces ¿por que el temor de firmar un compromiso o hacer un juramento ante Dios? Probar y probar como si fuéramos cosas desechables o como quien compra un artefacto o prenda de vestir, si no nos gusta, no funciona o consideramos que está “fallado” lo cambiamos y a seguir buscando, probando e intentando, sin asumir ningún tipo de compromiso.

Y esa es la palabra clave: COMPROMISO, más allá de decir que las firmas o juramentos no son importantes, lo que se quiere evitar son los compromisos y como consecuencia las responsabilidades. Anteriormente ya habíamos comentado que el matrimonio es una aventura, seguramente con sus riesgos, en donde nadie puede saber qué pasará mañana, pero sí podemos hacer cosas en el presente que construyan un buen futuro.

Otros optan por la convivencia por el gasto que implica un matrimonio; al respecto creemos que una iglesia, invitaciones, vestido, recuerdos, la fiesta y todo lo que está de moda, son solo el adorno, lo opcional; pero lo esencial es lo que se celebra que es el amor. No negamos que todos llevamos dentro la ilusión de una boda ideal, de ensueño; pero insistimos que es lo accesorio.

El matrimonio es más que firmas y un si dicho superficialmente frente al altar; es asumir con amor maduro nuestro compromiso con la persona a la que queremos unirnos para siempre, es entregarnos por entero y sin condiciones, es luchar por lo que se ama sin la salida facilista de que “si no funciona lo dejamos, total no hay nada que nos ate, simplemente un adiós y todo se acaba”.

No pretendemos afirmar que el matrimonio es sinónimo de éxito o seguridad, es quizá el mayor reto que podamos tener en nuestras vidas; pero depende de nuestra decisión y la madurez con que lo enfrentemos. Pero también queremos decirles que no todos estamos llamados al matrimonio; pero sobre esto hablaremos en un próximo post.

miércoles, 30 de junio de 2010

Yo te Amo... Yo te Respeto

Nosotros creemos que amor y respeto siempre deben ir de la mano.

Cuando caminamos por la calle nos gusta observar a la gente que pasa por nuestro lado, especialmente a los jóvenes enamorados, y se muestran así porque casi siempre se les ve tomados de la mano. En muchas ocasiones no nos es difícil evitar escuchar lo que conversan, de por sí ellos no tienen cuidado de mantener sus conversaciones de manera discreta, a veces pareciera que desean que todos se enteren de lo que dicen. Pero lo que más nos llama la atención es el lenguaje grosero que algunos de ellos utilizan, lo curioso es que lo hablan con una naturalidad que no deja de sorprendernos. Cuando rememoramos nuestra época de juventud recordamos que era casi vergonzoso que un muchacho por ejemplo dijera una grosería delante de una chica, era caer en el ridículo más grande, era otra época definitivamente. Algunos dirán seguramente que vivimos otros tiempos, estamos de acuerdo, pero consideramos que el respeto de antes debe ser el mismo respeto de ahora.

¿Y a qué va todo esto? Pues creemos que el respeto entre dos personas que se aman hace más saludable ese amor. La experiencia nos dice, y es porque hemos sido testigos de muchos casos, que cuando en una pareja empieza a faltar el respeto, primero se comienza con el lenguaje grosero y luego muy fácilmente de las palabras se pasan a los hechos, al maltrato físico, a la violencia y cuanto más se avanza se pueden llegar a cosas mayores. Es sorprendente ver por ejemplo que en Lima, donde vivimos, cada año que pasa se incrementa el porcentaje de violencia matrimonial y actualmente los crímenes cometidos en contra de uno de los esposos son casi noticia de todos los días.

Muchas veces hemos visto en parejas de novios, en donde por parte de alguno de ellos había maltrato verbal y físico, que el tiempo nos ha dado la razón, pues dentro del matrimonio esta situación lejos de desaparecer se ha acrecentado con consecuencias irreparables, que por lo general terminan en terribles separaciones y divorcios. Alguna vez una novia nos decía de su pareja que la maltrataba, que estaba segura que con el matrimonio iba a cambiar, es más, alguna otra pensaba que teniendo un hijo su pareja empezaría a ser diferente. Grave error.

Nosotros siempre hemos recomendado a las parejas que mantienen una relación de maltratos, sean novios o esposos, que traten de ponerse en manos de profesionales que los puedan ayudar (psicólogos, consejeros matrimoniales, etc), ellos serán los indicados para aconsejarles, sugerir algún tratamiento o terapia, en fin, algo que los pueda ayudar a superar el problema o a reconocer que no son el uno para el otro o que no están preparados para afrontar la responsabilidad o el compromiso de un matrimonio.

Dejarse maltratar es también un grave problema, el permitirlo es una invitación a que ello vaya a mayores, callarlo no resuelve nada, muy por el contrario, nos exponemos a que las cosas se salgan fuera de control y no haya marcha atrás. Nadie merece ser maltratado ni lastimado, ante todo debe prevalecer el amor y el respeto por la persona humana que en este caso es nuestra pareja.

domingo, 20 de junio de 2010

Superando nuestras Diferencias

Cuando decidimos casarnos y lo comentamos con nuestros amigos, muchos de ellos nos preguntaron si lo habíamos pensado bien y si estábamos seguros de lo que hacíamos. Al preguntarles el porqué de tanto cuestionamiento, nos dijeron que era por que nos veían como el agua y el aceite, totalmente diferentes y como consecuencia, incompatibles.

En parte tenían razón en cuanto a que éramos diferentes; uno era muy callado y el otro más conversador, uno con gusto por el baile y el otro no tanto, amiguero uno y el otro no; en fin pocas coincidencias, pero mucho amor de por medio.

Pero a veces pareciera ser que el amor no alcanza para superar estas diferencias, en cambio nosotros creemos que si bien es cierto que las coincidencias nos unen, las diferencias nos retan. Y nosotros hicimos de nuestras diferencias un reto; es verdad que en algunos casos no nos ha sido muy fácil afrontarlas y superarlas, pero también hemos tenido grandes triunfos que nos han hecho olvidar nuestras derrotas.

[Cuckie:] Elard es bastante callado y yo muy parlanchina y esta diferencia a veces se me hacía terriblemente dura de sobrellevar, y más notoria cuando estábamos en una reunión de amigos y el no hablaba casi nada, en esos momento yo me sentía en la obligación de hablar por los dos y llenar los “supuestos vacíos” que se generaban durante la charla. Luego decidí tomarlo como un reto, busqué un momento de calidez entre los dos y abordé el tema con él y le dije como me sentía frente a ello. Por mi parte, decidí motivarlo en las reuniones empezando por hacerle preguntas abiertas, que no se limitaran a un si o un no como respuesta; también me di cuenta que no tenía por qué sentirme responsable y menos incómoda por lo mucho o poco que él pudiese hablar en una reunión. De igual forma cuando nos encontrábamos los dos solos no esperaba que él iniciara la conversación, sino era yo la que la comenzaba tocando un tema que a él le interesara y luego poco a poco iba abordando otros. Esto me resultó tan bueno que hasta ahora lo practico.

[Elard:] Siempre me gustó ser una persona muy organizada, trataba de tener todo en forma ordenada y en su lugar, en cambio para Cuckie no tenía mucha importancia si las cosas estaban en un sitio o en otro, lo importante era saber dónde encontrarlas cuando se necesitaban. Ese aparente desorden me causaba muchas incomodidades cuando al intentar ubicar algo en el lugar donde lo había dejado no lo encontraba porque Cuckie lo había puesto en otro sitio. Al abordar este tema Cuckie reconoció que muchas veces esto también le había traído complicaciones cuando necesitábamos algo, a veces no recordaba donde lo había puesto o guardado costándole mucho trabajo encontrarlo. Por mi parte reconocí también que por momentos yo era muy vehemente y tenía un sentido exagerado del orden; esto nos permitió tomar la decisión de ser menos exigente con el orden y Cuckie ser más organizada.

Con todos esto no pretendemos decir que para ser felices tenemos que ser iguales, lo importante es que frente a las diferencias debemos buscar el diálogo y encontrar un punto en común; tampoco es pretender que el otro sea o actúe como nosotros queremos, sino que por decisión personal, aquella “decisión de amar” de la que tanto mencionamos, cambiemos nuestras actitudes en beneficio del fortalecimiento de nuestra relación.

domingo, 13 de junio de 2010

La casa del Lago

Hace algunos días vimos una película que nos gusta mucho, se llama “The lake house” o en español “La casa del lago”, con Keanu Reeves y Sandra Bullock. Ya eran varias las veces que la habíamos visto y no pudimos resistir la tentación de una nueva repetición. Pese a que el argumento parece un poco complicado, en donde ambos protagonistas se comunican a través de mensajes dejados en un buzón viviendo cada uno tiempos diferentes (dos años de diferencia); la película que es un drama romántico y que está acompañada de una buena musicalización, siempre creó en nosotros un ambiente de romanticismo.

Quizá para muchos, sobre todo los varones, ésta como otras películas de corte romántico resulten muy cursis, pero al margen de cualquier argumento, simple o complicado, lo que consiguen es crear ese ambiente para que una pareja pueda disfrutar de un momento solo para ellos, donde se dejen de lado las cosas del trabajo, de casa, los problemas, las preocupaciones, etc. como ocurre con nosotros. Todo motivo es bueno para crear un momento de romance: mirar una película juntos, escuchar música, una cena especial, salir a caminar; momentos tan necesarios para que una relación siga fortaleciéndose. No siempre lo que hacemos de hecho nos ha tenido que gustar a ambos, muchas veces hemos visto una película que no ha sido del gusto de alguno de los dos, pero lo importante es el hecho de compartir esos momentos que nos unan y que nos permitan pasarla juntos. Al amor hay que alimentarlo; de lo contrario, como una flor, empieza a marchitarse poco a poco.

[Elard:] Hoy por ejemplo, Cuckie me pidió escuchar una canción que le gusta, “Kiss me” de Sixpence Non The Richer y mientras ella la cantaba me pidió que la bailáramos. Yo no soy de bailar, no me gusta mucho, pero a ella sí, y de la forma como me lo pidió, no pude negarme; y si bien es cierto fueron un par de minutos, realmente valió la pena, fue un momento para los dos.

Nosotros disfrutamos de todos esos detalles que nos ayudan a unirnos más, y por eso los compartimos con ustedes; no son solo teorías extraídas de un libro, son experiencias y situaciones que a nosotros nos funcionan y creemos que también pueden ayudarlos en su relación.

sábado, 12 de junio de 2010

El final de una Ilusión

En la etapa del enamoramiento es común descubrir luego de un tiempo que la otra persona no está “tan enamorado(a)” de uno aunque nosotros si lo estamos; es el momento de dar por finalizada la relación aunque en algunos casos resulte doloroso. Muchas veces uno de ellos comete el error de decidir amar por los dos o piensa que con el tiempo el otro va a cambiar; y es que el amor que sentimos por el otro es tan grande que creemos alcanza para los dos. Pero para una relación de pareja se necesitan dos y que esos dos se amen; quizá pueden tener diferentes “formas” de amar, con más o menos detalles, más o menos efusivos, más o menos expresivos; pero decididos a amarse con todo y en todo. Cuando no hay esa “decisión de amar” es difícil que una relación funcione.

También puede suceder que todo aquello que se creía sólido se derrumba y se termina, no siendo capaces de aceptarlo o de decírselo a la otra persona; es allí que uno decide vivir una mentira, aferrándose a lo que no existe, pese a esa vocecita en nuestro interior que nos repite una y otra vez que la relación no da para más; pero se niegan a aceptarlo. Hemos visto también que uno de los dos deseando terminar la relación no lo hace para evitar ser “el(la) malo(a) de la película” por lo que se empieza a argumentar con un “démonos un tiempo, un espacio” o “te quiero pero necesito pensar”, por que no tienen el coraje de ser honestos; esperando que el otro se aburra o se canse y sea este quien termine la relación. Otras veces puede ocurrir que uno de los dos se aprovecha del amor incondicional del otro al punto de manipularlo o utilizarlo para su propio beneficio (económico, social, etc).

Cuando nos enamoramos muchos creemos que el o ella “es el amor de mi vida” y nos ilusionamos y pensamos que lo alcanzamos todo; pero desafortunadamente no siempre es así y nos cuesta aceptarlo y sentimos que el mundo se nos derrumba, que no hay futuro o que no hay una luz al final del túnel. Sabemos que a nadie le gusta sufrir, pero es mejor terminar una relación ahora y no cuando de por medio hay un matrimonio, hijos, una familia. Para bien o para mal la vida continúa, no se detiene y en esos casos hay que darse el tiempo para entristecerse, para llorar un poco; y luego seguir caminando hasta que finalmente llegue a nuestras vidas el(la) compañero(a) que tanto esperábamos.

Queremos aclarar que es importante tener en cuenta todo esto en esta etapa del enamoramiento; para que el siguiente paso que es el matrimonio, sea dado con la seguridad y convicción de que la decisión tan importante que están tomando sea la correcta y sean capaces de amarse para siempre; aún cuando en estos tiempos de modernismo muchos opten por la convivencia; pero este es un tema que nos gustaría tocar más adelante en otro post.

jueves, 10 de junio de 2010

Cuando comienza el Amor

Una de nuestras intenciones a través de este blog es poder compartir también nuestras ideas y experiencia con los jóvenes que comienzan a sentir el bichito del amor, cuando encuentran a la persona que les gusta y de la que empiezan a enamorarse. Y es que es maravilloso cuando nos encontramos frente a esa persona, aquella a la que estábamos esperando, nuestro príncipe azul o nuestra princesa, aquella que ya existía en nuestros pensamientos y que empieza a ser una realidad; nos referimos a esa etapa tan especial en nuestras vidas que seguramente siempre recordaremos. Nuestras hijas están pasando por esos momentos, por lo que de una manera u otra nos sentimos involucrados y por ello queremos hacer algunas reflexiones.

En el caso de nuestras hijas, tratamos de acompañarlas en sus procesos. Nos alegramos cuando ellas se sienten alegres y nos preocupamos cuando ellas están tristes o con algún problema, siempre estamos pendientes y dispuestos a aconsejarlas; pero también somos concientes que nadie puede vivir las experiencias por otros y que cada quien tiene y debe tener su propio proceso de aprendizaje; porque finalmente eso es la vida, una escuela donde cada quién deberá vivir sus propias experiencias y aprender de ellas.

Creemos que cuando nos enamoramos, lo hacemos porque esa persona reúne todas aquellas características que nosotros habíamos imaginado o soñado y por lo tanto llena todas nuestras expectativas físicas, morales, sentimentales; es la ilusión lo que nos motiva, pero recordemos que ésta es efímera, pasajera; lo que finalmente perdura es el amor. Luego con el paso del tiempo y conforme nos vayamos conociendo mejor, iremos descubriendo quien es esa persona, sus defectos y virtudes, y a medida que eso ocurre iremos confirmando si realmente es la correcta para unir su vida a la nuestra, que nos complementamos totalmente, que somos capaces de dar nuestro “amor” en una entrega total, y si la otra persona también está dispuesta a amarnos sin medida.

martes, 1 de junio de 2010

Un tiempo para los Dos

Han pasado algo más de diez días desde que escribimos nuestro último post; no ha sido nuestra intención dejar pasar tanto tiempo en silencio.

[Elard:] Han sido días bastante complicados para mí, mucho trabajo y presión en la oficina, pocas horas de sueño, cansancio acumulado y como consecuencia de todo ello menos tiempo en casa y muchos silencios mientras permanecía en ella. Todo ello se hizo más evidente en dos fechas importantes, el día de la madre y el cumpleaños de Cuckie, en las que mis pensamientos más estaban en cómo salir adelante con mi trabajo que en lo especial de esos días. Frente a todo ello, trataba de no preocupar a Cuckie y evitaba mencionar cómo me sentía, buscando en todo momento hacerle ver que estaba pendiente de ella, cosa que difícilmente podía conseguir.

[Cuckie:] A veces me resulta muy difícil sobrellevar los silencios de Elard, por que hacen que me sienta fuera de su mundo. Y estos últimos días han sido de esa clase, conversaciones muy básicas, monosílabos y mucho cansancio, sin saber exactamente que era lo que pasaba por su cabeza. Se sumó a todo esto la llegada del día de la madre y mi cumpleaños que tanto me gusta celebrar con él y con nuestras hijas; traté de entender su preocupación y agotamiento, pero la verdad es que me sentí triste y algo molesta por lo que estaba ocurriendo. Finalmente una noche mientras íbamos en el auto le pregunté muy amorosamente qué pasaba y él después de insistirle un poco, me contó lo que le ocurría, y que su intención había sido no preocuparme. Conversamos mucho y reafirmamos que somos un equipo con un mismo objetivo y que estando juntos era más fácil superar cualquier dificultad.

Situaciones como esta se han presentado muchas veces a lo largo de nuestro matrimonio y seguramente al común de los matrimonios; son etapas que llegan y que pronto se van. En nuestro caso este pequeño temporal va pasando y nuevamente por casa todo va volviendo a la normalidad. Todo esto nos ha demostrado que nuestros 28 años de casados no nos dan la garantía de que lo sabemos todo o que somos un matrimonio perfecto, en donde ya nada nos puede afectar. También hemos podido confirmar una vez más que el silencio entre nosotros no nos ayuda, que no es una forma de protegernos; por el contrario nos aísla, da pie a las suposiciones y a que la imaginación vuele, desafortunadamente por caminos equivocados. El compartir cómo nos sentimos en situaciones de tensión o preocupación, nos ayuda a liberarnos de esas presiones que terminan aislándonos de quienes nos aman, como en el caso de nosotros de nuestra esposa o esposo.

Este blog, además de permitirnos compartir nuestras experiencias con ustedes, también nos ayuda, pues al releer cada uno de nuestros post nos motiva y nos carga de nueva energía para salir adelante.

miércoles, 19 de mayo de 2010

¿Reglas para Pelear? (Final)

Finalizamos el tema de las peleas en el matrimonio con nuestras últimas “reglas para pelear”.

Regla #6:

[Elard:] En nuestras peleas con frecuencia utilizaba argumentos como “si no fuera por tu amiguita que te calienta la cabeza” o “cuándo dejarás de ser hijita de mamá”, es decir ponía a otros como los causantes de nuestros problemas, lo único que conseguía era confundirnos aún más y olvidar que el verdadero problema éramos nosotros.

En nuestras peleas tratemos de no incluir a terceras personas, seamos conscientes que el verdadero problema somos nosotros dos.

Regla #7:

[Cuckie:] A veces nuestras peleas más fuertes han sido por olvidar apagar la lámpara, porque me olvidé recoger el periódico o porque Elard no compró un producto de la marca que yo quería; ahora nos hemos dado cuenta que nuestra relación está por encima de aquellas cosas que no pasan de ser detalles tontos y sin importancia.

Siempre tratemos de tener presente que lo verdaderamente importante somos nosotros en nuestra relación, y no el tema en discusión.

Estas reglas que le hemos mencionado seguramente no son las únicas, estamos seguros que ustedes mismos irán descubriendo otras, adecuándolas a su propia realidad o estilo; lo importante es que las pongan en práctica y aprovechen sus beneficios.

No debemos olvidar que ante todo y en primer lugar estamos nosotros, el uno para el otro, y que no hay problema que no podamos solucionar si realmente nos amamos, estando siempre dispuestos a dar el cien por ciento de nosotros mismos, sin esperar nada a cambio, sin ninguna condición. Esa es nuestra decisión de amar, la que nos debe llevar a tener cambios personales que nos permitan ser mejores esposos o esposas, pero no se trata de cambiar para que nuestra pareja cambie o de dar esperando que el otro lo hagas de igual manera; se trata de cambiar porque así lo hemos decidido, de dar y no esperar nada; porque quien ama de verdad se da por entero y no se guarda nada para sí.

domingo, 16 de mayo de 2010

¿Reglas para Pelear? (Segunda parte)

Siguiendo con el tema de las peleas en el matrimonio, continuamos ofreciéndoles algunas pautas o “reglas para pelear” como las hemos denominado, recordándoles que son un buen medio para que sus peleas lleguen a buen término y por lo tanto los ayude a ir creciendo como pareja.

Regla #3:

[Elard:] Antes en nuestras peleas siempre trataba de hacerle ver a Cuckie que yo tenía la razón y que era imposible que me hubiese equivocado; con esto le daba a entender que era ella quien estaba en falta. Ahora nos hemos dado cuenta que lo importante no es el buscar quién tiene la culpa, sino el encontrar una solución a lo que está ocurriendo, con el propósito de evitar en el futuro cometer los mismos errores. Además, en lugar de insistir en tener la razón, más vale admitir que uno puede estar equivocado, y que muchas veces es así.

Cuando peleemos es mejor que nuestro dedo índice, el “dedo acusador”, siempre apunte hacia uno mismo, no hacia nuestra esposa o esposo; primero hay que preguntarnos cuan responsables somos de lo que está ocurriendo.

Regla #4:

[Elard:] Muchas veces le decía a Cuckie que siempre se olvidaba de mis encargos o que nunca tenía las cosas en su sitio; ahora he comprendido que esto era una exageración pues no era así; porque ella no es olvidadiza ni es desordenada.

Siempre debemos evitar las exageraciones como "tú siempre", "tú nunca" o "tú todo", pues eso simplemente no es verdad.

Regla #5:

[Cuckie:] Cuando nosotros peleábamos, muchas veces interrumpíamos la pelea sin concluir en nada, dejándonos de hablar hasta por varios días; luego venía la reconciliación mas no volvíamos a tocar el tema que originó el disgusto. Esto dejaba heridas sin sanar que poco a poco se hacían más grandes y originaban nuevas discusiones. Ahora tratamos de terminar siempre nuestras peleas, si no es ese mismo día retomamos el diálogo al día siguiente por más lastimados que nos sintamos y continuamos con el fin de no dejar nada pendiente sin resolver.

Es importante el terminar una pelea, porque de lo contrario lo único que vamos a conseguir es alejarnos más uno del otro y crear resentimientos difíciles de poder superar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

¿Reglas para Pelear? (Primera parte)

El tener discusiones o peleas en el matrimonio no debe ser considerado como síntoma de que las cosas van mal; muy por el contrario, es una consecuencia natural de la convivencia y de que nos seguimos conociendo; lo peligroso de todo esto es cómo llevamos adelante nuestras peleas, lo que podría devenir en un problema mayor. ¿Pero es posible aplicar reglas para pelear?

La primera vez que escuchamos al respecto nos sorprendió y también nos pareció algo gracioso porque pensábamos que las peleas se circunscribían a un “yo te digo, tu me dices”, “tu gritas, yo grito más”, “yo me enojo, tú te enojas”, “tu pierdes, yo gano”, como si para pelear tuviésemos que seguir algún libreto; pero que bueno resultó el poder seguir ciertas pautas o normas que encaminaran nuestras peleas y que de alguna manera establecieran los límites sobre los cuales no debíamos excedernos; ello nos permitió evitar cruzar esa línea invisible que separa la razón de la sin razón. Estas reglas nos están permitiendo mejorar nuestra relación y nos están ayudando a que nuestras peleas sean en realidad, un medio constructivo de comunicación.

Regla #1:

[Elard:] Recuerdo que antes cuando peleábamos, mientras Cuckie me hablaba, yo me limitaba a sonreír o simplemente le decía “¿Otra vez con lo mismo?” Esto ocasionaba en ella un gran fastidio, pues pensaba que no le tomaba importancia a sus palabras o que me estaba burlando; esta actitud mía, daba como resultado que ella siempre estuviese a la defensiva y lejos de acercarnos nos distanciaba.

En una pelea debemos evitar las críticas y el sarcasmo, pues nos minimizan, destruye nuestra autoestima y nos alejan a uno del otro.

Regla #2:

[Cuckie:] Estoy segura que si le dijera a Elard que es un tonto o un bueno para nada, no me lo perdonaría nunca. Así también hay otras personas que cuando riñen se tratan con palabras tan subidas de tono o groseras, que se faltan el respeto mutuamente, causándose tal daño que muchas veces es difícil de olvidar o perdonar.

Siempre debemos evitar las palabras ofensivas y los insultos porque estos pueden ser de consecuencias irreparables.

martes, 11 de mayo de 2010

Aprendiendo a Dialogar

El diálogo es la base de toda buena relación humana. En el caso del Matrimonio, a través de este, la pareja se conoce, manifiesta sus sentimientos más profundos, lo comparte todo, hasta lo que les disgusta, amorosamente sin pretender herir o hacer daño al otro.

Una de las condiciones para un buen diálogo es saber escuchar. En nuestro caso, en muchas ocasiones cuando conversamos sobre un tema difícil que afecta nuestra relación, es muy poco lo que escuchamos, pues nos ponemos a la defensiva y por lo general toda nuestra atención la centramos en lo que vamos a contestar. Alguna vez nos dijeron que escuchar es alcanzar a la otra persona en el esfuerzo de expresar lo que siente.

¿Cuándo debemos escuchar? Siempre, en todo momento, oportunidad o circunstancia. Nuestro interés debe ser permanente.

¿Cómo debemos escuchar? Con atención real, con todo nuestro ser, con la mente y el corazón; con la mente para comprender lo que nos quiere decir nuestra esposa o esposo y con el corazón para acoger amorosamente lo que nos está diciendo.

¿Dónde debemos escuchar? En cualquier lugar; pero tratando de buscar que sea el más adecuado. Las cosas íntimas y delicadas siempre han de requerir un lugar privado, seguro, silencioso y cómodo, en donde ambos nos sintamos a gusto.

Por lo general cuando dialogamos sobre un tema que pueda causarnos tensión o disgusto, preferimos pararlo y continuarlo en otro momento no muy distante en el tiempo, pues consideramos que no debe quedar nada pendiente para evitar las suposiciones. Así también hemos comprendido que el intentar manipular los diálogos lo único que ocasionamos es malos entendidos; como por ejemplo cuando nos hacemos las víctimas, o cuando utilizamos a los hijos y a los padres o suegros como causa de nuestros problemas.

Hagamos del diálogo un ejercicio permanente, conforme lo vayamos practicando se hará cada vez más sencillo; lo importante es dar el primer paso.

viernes, 7 de mayo de 2010

Los hijos en el Matrimonio

Muchas veces al conversar con nuestros amigos sobre los hijos y su importancia en la relación matrimonial, quedaban sorprendidos al escucharnos decir que en el orden de prioridades la pareja está en primer lugar y luego en segundo lugar estaban los hijos. Pensaban que al hacer esta afirmación estábamos diciendo que ellos no eran importantes, que los estábamos dejando de lado o que estábamos olvidando nuestra responsabilidad de padres. Nada más alejado de la realidad.

A partir del nacimiento de nuestras hijas, ellas siempre ocuparon nuestra atención, dedicación y amor; aún ahora, 27 y 26 años después, ellas siguen siendo nuestro más valioso tesoro, como el primer día; pero ello no significó que nos dejáramos de lado y que nos olvidáramos de nosotros para centrarnos solo en ellas.

Estamos convencidos que los hijos son regalos prestados, son una responsabilidad asumida por la pareja desde el momento de su concepción hasta que ellos por propia decisión determinen alejarse del núcleo familiar, para iniciar sus propias vidas, independientes, de la misma forma como algún día lo hicimos nosotros. Es en ese momento que volvemos a estar como en el principio, los dos solos, uno frente al otro. ¿Y a quién encontramos? ¿a la persona de quién nos enamorados? o tal vez ¿a alguien a quien no reconocemos?; definitivamente quienes no estarán ya a nuestro lado son nuestros hijos. Hacer de ellos el eje o el centro de nuestras vidas creemos que es un grave error, pues dejamos a nuestro esposo o esposa relegados a un segundo plano y como consecuencia de ello olvidamos darnos el tiempo que necesitamos para hacer vida de pareja, para compartir juntos, para dialogar o simplemente estar el uno al lado del otro. Lamentablemente muchas veces no sabemos buscar el equilibrio y llegamos al extremo: los papás que dedican el cien por ciento de su tiempo a la crianza y educación de los hijos, olvidándose de sus roles de esposos; y si pretenden darse un tiempo para ellos, les asaltan sentimientos de culpa por creer que no están cumpliendo a cabalidad con su papel de padres.

Si bien es cierto que los hijos son nuestra responsabilidad y a quienes debemos darles cuidados, amor y educación de la mejor manera, no por ello podemos olvidarnos que somos un matrimonio y que necesitamos también un tiempo para nosotros. La relación matrimonial se construye día a día, toda una vida.

martes, 4 de mayo de 2010

El Amor es paciente, servicial y sin envidia

El amor es paciente cuando sabemos esperar que nuestro esposo o esposa reconozca que ha cometido un error o cuando no lo acosamos constantemente con actitudes de mártires.

[Cuckie:] A mi siempre me gusta decirle a Elard que lo amo y que me siento muy bien a su lado, en cambio él no es tan expresivo, por lo que constantemente le reclamaba por qué no me lo decía así como yo; esto por supuesto muchas veces lo incomodaba. Pero preferí darle tiempo para que se diera cuenta que era necesario, no solo demostrarlo sino también decirlo.

El amor es servicial, cuando estamos siempre atentos a las necesidades del otro, dispuestos a tenderle una mano sin que nos pida ayuda; o cuando sabemos compartir y poner al servicio de nuestro matrimonio todo lo que tenemos, en donde la palabra “mío” se transforma en “nuestro”: nuestro tiempo, nuestros hijos, nuestro dinero, nuestra casa. En un sentido más espiritual, también es servicial, cuando sabemos escuchar con el corazón o lo acompañamos en el silencio.

[Cuckie:] Recuerdo cuando murió mi papá, fue una pérdida terrible para mí; pues en el proceso del diagnóstico de su enfermedad, solo mi papi y yo sabíamos de la gravedad de la misma; por ello tuve que asumir con mucha serenidad su situación. Elard se convirtió en mi silencioso apoyo y sostén, pues no podía demostrar abiertamente mis sentimientos con mi madre y hermanas. Donde lo sentí más cerca fue cuando falleció mi papá, a su lado pude llorar y sacar afuera todo el dolor que había acumulado durante tanto tiempo; él en ningún momento me pidió calma, tan solo me dejó desahogarme y su silencio fue mi mayor consuelo.

El amor también es servicial cuando oramos por el bienestar o la salud de nuestro esposa o esposo. ¿Cuántos de nosotros le pedimos a Dios que cuide y vele por nuestra pareja cada vez que sale a la calle? ¿Alguno se ha puesto a pensar que tal vez sea la última vez que lo veamos y no regrese más a casa pues le sobrevino la muerte?

[Cuckie:] Por las mañanas siempre me despierto con palabras de agradecimiento a Dios por lo generoso que es con nosotros y le pido que proteja y cuide de Elard, que llegue con bien a su centro de trabajo y que lo regrese a casa sin ningún contratiempo. Una frase que siempre le repito cuando me despido de él es: “Que todo te salga bien, que Dios te bendiga y acompañe”.

Con los años también aprendimos que el amor no sabe de envidias, disfruta de los éxitos del otro como si fueran propios y comparte sus ideales y aspiraciones; porque el amor no es mezquino, se da por entero y sin condiciones. Quien ama de verdad, jamás compite con su pareja, ni como padres ni como profesionales; por el contrario se respetan y se dan fuerza mutuamente para alcanzar sus metas.

domingo, 2 de mayo de 2010

¿Por qué nos Casamos?

Si nosotros les preguntáramos en estos momentos a cada uno de ustedes, ¿por qué se casaron?, quizá la mayoría contestaría “por que quería ser feliz” o “por que quería encontrar mi felicidad”.

Una pregunta parecida le hacia una vez un sacerdote a unos novios a punto de casarse: ¿Por qué se casan? Cada uno respondió quizá al igual que algunos de ustedes ahora: “para ser feliz”.

Al oír esto el sacerdote les dijo que consideraba que no estaban aun preparados para casarse y que volvieran un mes después. Al cabo de ese tiempo la pareja regresó y el sacerdote les volvió a hacer la misma pregunta: ¿Por qué se casan?; y cada uno respondió nuevamente lo mismo: “para ser feliz”. Por segunda vez el sacerdote les dijo que aún no estaban preparados para el matrimonio; y esta situación se repitió por varios meses, hasta que un día al hacerles nuevamente la pregunta ¿Por qué se casan?, cada uno respondió: “por que quiero hacer feliz a mi pareja”. Esta era la respuesta que el sacerdote esperaba.

Si les volviéramos a hacer la misma pregunta a ustedes, ahora que conocen la historia, honestamente ¿que contestarían? No se preocupen si ésta fuera “para ser feliz”; recuerden que estamos a tiempo para comenzar de nuevo, lo importante es reconocer que estábamos y estamos equivocados.

El amor es renuncia, es la capacidad que tenemos de olvidarnos de nosotros mismos y de nuestro propio beneficio; para pensar en el otro, para que se sienta amado, importante en nuestra vida. Amor es hacer hasta lo imposible para que nuestro esposo o esposa sea feliz.

jueves, 29 de abril de 2010

Vientos nuevos en el Matrimonio (Final)

Pero además de saber pedir perdón, también debemos saber perdonar; es decir sanar las heridas del alma y del corazón; y para esto es necesario vencer a nuestro mayor enemigo que es el orgullo, pues muchas veces decimos o pensamos equivocadamente, que para perdonar al otro, este también debe sufrir en igual medida, o simplemente asumimos el papel de víctimas y nos rehusamos a hacerlo.


También es necesario saber escuchar con el corazón, no solo con los oídos; esto significa dejar la razón de lado para tratar de sentir el arrepentimiento del otro; recordemos que la cabeza le habla a la cabeza y que el corazón le habla al corazón. Quizá muchas veces el dolor sea tan grande que no nos podamos comprender en ese momento, pero acoger al otro en una situación como esa es un acto profundo y auténtico de amor en un momento difícil. No solo se trata de fijarse en el sufrimiento de quien ha sido ofendido sino también acoger el sufrimiento de quien está en falta. Hay un dicho que dice “amar en las duras es más amor que amar en las maduras”, es decir “amar en los momentos difíciles es más amor que amar en los momentos placenteros”; esto es así porque en esos momentos difíciles se revela un amor más puro, más auténtico y más desinteresado.

También debemos hacernos el firme propósito de que una vez perdonada la falta nunca más la sacaremos a relucir. Lamentablemente tenemos por costumbre que cada vez que discutimos y nos ofendemos, sacamos a relucir todas aquellas situaciones pasadas que nos causaron algún malestar; y ello ocurre porque fueron heridas que nunca sanaron totalmente, porque no fueron perdonadas. Digamos como en la canción “ya lo pasado, pasado está”. Una vez que perdonamos de corazón, se cierra una puerta y se abre otra, empezamos una nueva etapa, una nueva vida, sin opción a mirar atrás, como una especie de “borrón y cuenta nueva”. Recuerden que siempre tendremos la oportunidad de empezar de nuevo. Sabemos que esto es duro y difícil, porque seguramente habrá grandes heridas que causen mucho dolor, pero cuando hay amor todo es posible.

Un perdón así pedido y dado con todo el corazón es el principal paso para iniciar el proceso de sanación en los esposos. Este proceso de sanación puede ser lento, penoso y duro; dado que por nuestra naturaleza humana no nos es posible olvidar todo de golpe, por tanto es necesario, luego de haber perdonado, darle tiempo al tiempo para que se vayan cerrando las heridas y borrando las manchas.

Debemos entender también, que una verdadera comunicación en profundidad, sana a tiempo esas heridas ocultas; pero para ello hay que saber aprovechar los momentos buenos, de mutua calidez, para que se pueda abrir el uno al otro.

El pedir perdón y saber perdonar no es un tema exclusivo de los matrimonios sino también se aplica a todas las parejas que se aman, ya sean novios o enamorados.

lunes, 26 de abril de 2010

Vientos nuevos en el Matrimonio (Segunda parte)

¿Cuántas veces, después de una discusión u ofensa, nos hemos perdonado?, ¿sabemos pedir perdón? Muchas veces es difícil reconocer que nos hemos equivocado, más aún cuando tenemos que hacerlo frente a nuestra pareja. Para pedir perdón es necesario tomar conciencia del error cometido, es decir, reconocer en qué fallamos, dónde nos equivocamos o qué es lo que yo hice para disgustar u ofender a mi esposa o esposo.


También es importante pedir perdón con humildad y de todo corazón. No basta solo con reconocer que nos equivocamos, hay que hacerle saber al otro que estamos arrepentidos. Esto es algo que nos cuesta sobre todo a los hombres, pues muchas veces se cree que pedir perdón es una señal de debilidad.

[Elard:] Siempre he pensado que es el tiempo el que cura las heridas; es así que cuando discutía con Cuckie y me daba cuenta que era yo el que estaba en falta, prefería quedarme callado y dejaba que pasaran los días. Ahora entiendo que lo único que esto ocasiona es una cura superficial; pero la herida queda allí, en el fondo del alma. En una ocasión, recuerdo que fui a recogerla pues llegaba de un corto viaje, venía muy ansiosa por vernos y regresar a casa; pero mi recibimiento fue frío y antes que decirle que estaba feliz por su regreso, solo me limité a darle una serie de quejas. Esta actitud, por supuesto que la desconcertó y molestó; recuerdo que a partir de ese momento no cruzamos palabra alguna. Esta situación se prolongó por varios días, me daba cuenta que había actuado equivocadamente pero me costaba acercarme a ella para pedirle perdón, hasta que tomé la decisión de hacerlo y en una reunión con un grupo de amigos en donde me encontraría con ella, me presenté con un ramo de flores y delante de todos le pedí que me disculpara y que sentía mucho haber sido tan frío y falto de consideración. No se imaginan cuanto me costó el hacerlo, sobre todo públicamente; pero les aseguro que valió la pena.

Finalmente, para pedir perdón, debemos tener el verdadero propósito de no volver a cometer el mismo error; pero no solo como un propósito general, como por ejemplo “yo fui malo con mi esposa o esposo y mi propósito para reparar el daño es ser bueno con ella o con él”. Aquí no estamos diciendo nada en concreto ni nos estamos comprometiendo a tomar una determinada actitud. Lo que se requiere son resoluciones concretas, medios prácticos para no volver a cometer la falta.

[Elard:] Por ejemplo, cuando Cuckie se molesta porque no la ayudo en las tareas del hogar, para reparar mi error le propongo ayudarla con el lavado de la vajilla u ordenando las cosas que he dejado regadas por toda la casa. Quizá esto parezca muy trivial, pero en el fondo de todo ello, lo que estoy tratando de decirle a Cuckie es que soy conciente de mi falta de delicadeza y consideración.

Pero además de saber pedir perdón, también debemos saber perdonar…

domingo, 25 de abril de 2010

Vientos nuevos en el Matrimonio (Primera parte)

Cuando las cosas no van bien en una relación de pareja nunca es tarde para volver a comenzar, a decidirnos echar atrás todo aquello que impide nuestra felicidad, nuestra vida futura. “Cueros o vasijas nuevas para vino nuevo” leímos alguna vez; un impulso nuevo para una vida nueva, una actitud diferente para un matrimonio renovado, decimos nosotros.

Pero, ¿Cómo renovar nuestro matrimonio? ¿Cómo darle un nuevo impulso a nuestra relación? o ¿Cómo comenzar una nueva vida juntos?

Creemos que un primer y gran paso, quizá el más importante de todos, es el de “sanarnos” y “perdonarnos”, solo así quedaremos como nuevos, para iniciar una vida nueva.

Como toda herida corporal necesita ser atendida y curada, así también existen heridas invisibles, aquellas del alma, del corazón, que también necesitan ser sanadas. Estas heridas por lo general presentan efectos secundarios, nos hacen rencorosos, vengativos, amargados, nos quitan la capacidad de amar plenamente a nuestra pareja y de ser felices. En la medida que pasa el tiempo estas heridas van creciendo, haciendo de nuestras vidas y de nuestro matrimonio un verdadero infierno. Muchas veces no sabemos cómo sanarlas, pero existe una cura efectiva para ello, una cura que está al alcance de todos; y es la del PERDÓN.

Saber pedir perdón, significa reconocer que nos hemos equivocado, significa admitir nuestros errores y que ellos han lastimado a nuestra esposa o esposo; por esto le pedimos perdón, con sinceridad y humildad, con el firme propósito de no volver a repetir el mismo error. Este es el primer paso en el proceso de sanación en el matrimonio.

El segundo paso es saber perdonar, que significa echar atrás o dejar en el pasado todo aquello que nos lastimó, haciendo el firme propósito de no volver a traerlo a nuestras vidas, para que no sea un obstáculo para alcanzar nuestra felicidad.

miércoles, 21 de abril de 2010

Rompiendo la monotonía

Uno de los grandes enemigos del romance y que siempre está al acecho es la monotonía; el caer en la rutina diaria que enfría la relación, por eso siempre debemos procurar que cada día sea diferente al anterior o que por lo menos tenga algún detalle que marque esa diferencia.

[Elard:] Generalmente suelo almorzar en algún restaurante cerca de mi oficina y muchas veces me gusta sorprender a Cuckie invitándola a que me acompañe; en otras ocasiones antes de salir del trabajo la llamo por teléfono y la animo a encontrarnos en algún lugar para conversar y tomarnos un café. Lo importante no es el lugar o lo mucho o poco que yo le pueda dar materialmente sino el sorprenderla con algo fuera de lo cotidiano.

[Cuckie:] Recuerdo que cuando nuestras hijas eran pequeñas, muchas veces sorprendía a Elard con una cena especial. Aprovechaba el tiempo que ellas estaban en el colegio para junto con los quehaceres diarios, darme un tiempo para prepararle el platillo que más le gustaba. Ese día me esforzaba para que todo en casa estuviese perfecto, la mesa especialmente dispuesta para la ocasión, algo de música romántica, algunas velas encendidas, además de poner mucho cuidado en que nuestras hijas hicieran temprano sus deberes para que no retrazaran su hora de irse a dormir. Ese día me esmeraba en ponerme bonita para él y por supuesto que esa noche era de lo más especial.

Es también importante el que nos dediquemos un tiempo exclusivo, el uno para el otro, en el que podamos disfrutarnos sin tener que preocuparnos de los problemas cotidianos, del teléfono, el control remoto, los hijos, etc. Quizá muchos de ustedes piensen que la única manera de poder conseguirlo es irnos lejos de casa en donde tal vez tengamos que hacer una fuerte inversión de dinero, ahora tan necesario, pero hay muchas otras formas de lograrlo. Por ejemplo, hay días que decidimos salir a caminar los dos solos y aprovechamos esos momentos para hablar exclusivamente de nosotros; no del trabajo, no de los hijos, ni de la situación mundial, ni de la película que vimos en la tele; conversamos de cómo nos sentimos, de nuestros temores, preocupaciones, de nuestros deseos, etc. Otras veces simplemente decidimos caminar como dos enamorados que se gustan el uno al otro, y que se siguen amando como el primer día; lo importante es estar juntos y disfrutar el momento.

No nos olvidemos que quién ama de verdad da todo de sí para hacer feliz a la persona que ama, sin que importe quién da el primer paso.

martes, 20 de abril de 2010

Rutinas que matan

Se dice que el ser humano es un animal de costumbres y apegos. De costumbres porque normalmente somos repetitivos en lo que hacemos, nos mecanizamos y nos volvemos rutinarios. Estamos seguros que todos tenemos una rutina diaria: Nos levantamos, aseamos, vestimos, desayunamos, nos dirigimos al trabajo o empezamos las labores del hogar, regresamos luego a casa, leemos el periódico o vemos la tele, comentamos lo que nos pasó en el día, disponemos algunas cosas de la casa y finalmente un buenas noches y a dormir. Y si es fin de semana, salimos un rato por allí o vamos de compras, alguna visita a los amigos o simplemente nos quedamos en casa para descansar. Y todo esto lo vamos repitiendo día a día, semana a semana con alguna pequeña variante. Somos también de apegos, porque difícilmente nos podemos desprender de toda esta rutina, nos cuesta hacerlo porque nos sentimos cómodos y no tenemos que pensar mucho o innovar nuestro quehacer.


Las palabras y gestos hacia nuestra pareja también se hacen rutinarios: hola mi amor, que tal mi vida, como fue tu día, cómo están lo chicos, qué hay de comer, el dinero no alcanza, estoy cansada(o), luego hablamos, etc. O peor aún, nuestro vocabulario se reduce a monosílabos: si, no, ummmmm, ajá, quizá, etc, y la situación más extrema es cuando llegamos al silencio, nos convertimos en parte del decorado de la casa donde no hay diferencia entre estar o no estar.

Un beso dado a la ligera, una caricia que más parece un roce casual, una mueca que pretende ser una sonrisa, son también algunos de esos gestos rutinarios.

Todo esto generalmente asfixia la relación de pareja pues nos lleva al aburrimiento, al tedio, al hastío; no nos interesa cambiar ni tampoco notamos si hay algún cambio en el otro (un nuevo corte de pelo, unos kilitos menos, un beso amoroso, un cumplido, etc).

Si bien es cierto que el quehacer diario de alguna forma nos lleva a realizar actividades rutinarias, estamos seguros que podemos hacer la diferencia con pequeñas cosas que rompan con la monotonía, manteniendo el romance dentro de la relación (recuerden que para el amor no hay edad) como por ejemplo: levantarnos unos minutos antes para sorprenderla(o) con el desayuno, dejarle una notita dentro de la cartera, traerle una flor de regreso a casa, halagarla(o) con algún elogio. Lo importante es tratar siempre de sorprendernos con algo diferente, de ser creativos para agradar a nuestra pareja y hacerle notar lo importante que es para nosotros, para que todos estos gestos y actitudes sean como la leña que aviva el fuego para que este no se apague.

miércoles, 14 de abril de 2010

Matrimonio… ¿Para qué?

En la época en que nuestras hijas estaban en la escuela nos llamaba la atención el ir descubriendo que muchos papás de sus compañeros de estudio estaban divorciados o en proceso de separación. Nos preguntábamos con frecuencia el porqué llegar a esa situación y si realmente se habían casado por amor.

Son muchos los motivos que podrían llevar a una pareja al matrimonio, y queremos enumerar algunos de ellos de entre muchos otros:

• Porque nos amamos.
• Queremos compartir nuestras vidas para siempre.
• Por conveniencia.
• Para sentirnos el centro de todo.
• Liberarnos del yugo familiar.
• Presiones familiares.
• Por despecho.
• Para que mi pareja o mis suegros me mantengan.
• Porque voy a tener un hijo y hay que darle el apellido.
• Me estoy haciendo viejo(a)
• Me estoy quedando soltero(a)

A las parejas que están pensando en el matrimonio o ya están en camino de casarse, queremos invitarlos para que reflexionen sobre la motivación que los está llevando a tomar tan importante decisión, y si ésta no es la correcta, tener la valentía de no seguir adelante y evitar las consecuencias que esta decisión pueda ocasionar; sobre todo si la relación no va bien, no existe un amor verdadero o cuando ninguno de los dos está dispuesto a sacrificarse por buscar la felicidad de su pareja.

Es importante también que se hayan tomado el tiempo necesario para conocerse lo suficiente como para decidir unir sus vidas para siempre.

lunes, 12 de abril de 2010

Pequeños detalles… grandes olvidos

Hace pocos días, mientras íbamos en nuestro auto para hacer algunas compras, escuchamos una canción que solíamos dedicarnos en nuestra época de enamorados y esto evocó en nosotros muchos recuerdos, como por ejemplo el dedicarnos canciones, regalarnos tarjetitas con algún mensaje de amor, alguna flor, etc. Eran pequeños detalles pero que llevaban encerrados todo el amor que nos teníamos. Una vez ya casados, con el paso del tiempo, la llegada de nuestras hijas y las nuevas responsabilidades, estos detalles fueron quedando en el recuerdo. Y es que muchos creemos que una vez casados ya todo está dicho, que ya no es necesario decir un “te amo” porque está sobreentendido y que todos aquellos detalles que nos teníamos en nuestra época de enamorados o novios, ya salen sobrando.

En algún momento de nuestras vidas entendimos que el amor se renueva a través de pequeñas actitudes; cuánto dice un abrazo, una caricia, el ir tomados de la mano, el darnos un beso sin importarnos lo que puedan pensar los demás, o el decirle al otro lo bien que se ve, el elogiar el trabajo que ha realizado, o esa llamadita de teléfono para saber cómo nos va, etc. Entendimos también que no se trata de regalos materiales, son solo actitudes, palabras, gestos.

Y es que el amor tiene que alimentarse a través de todos esos pequeños detalles que demuestren lo importante que es el uno para el otro. Nunca es tarde, lo importante ahora es vivir plenamente nuestro presente; el ayer es historia, el mañana es un misterio; el hoy será siempre un regalo, por ello debemos vivirlo con intensidad y frescura. Recuerden que nadie sabe si mañana estará vivo y que la felicidad no es una meta sino el camino que se hace al andar, por eso disfrutémonos cada momento el uno del otro, apelemos a nuestra creatividad y decidámonos romper el muro de lo rutinario que nos limita, que marchita nuestra relación y nuestro amor. También es importante tener presente que nunca se es muy joven o demasiado viejo para el amor, esa no es una excusa.

viernes, 9 de abril de 2010

El día después de la Boda

Todos sabemos que después de la Boda viene la “Luna de Miel”; quizá para algunos fue corta como la nuestra, de repente otros tuvieron la oportunidad de disfrutar más tiempo juntos y tal vez para otro grupo no pasó de ser una noche en algún lugar especial; pero sea como fuere todo tiene su final. Así también nuestro corto viaje llegó a su fin; era el momento de regresar a casa y comenzar una nueva vida, era el momento de enfrentar la realidad, bajarnos de la nube en la que nos encontrábamos y poner nuevamente los pies en tierra. Atrás quedaban esos días que parecieron un sueño, para iniciar una etapa en donde ambos nos encontraríamos frente a frente, por el resto de nuestras vidas.

Al iniciar nuestra etapa de convivencia, nos encontramos por primera vez uno frente al otro, y nos descubrimos tal como somos. Si anteriormente por tratar de agradarnos, sacamos a relucir más nuestras virtudes que nuestros defectos, o tratamos de crearnos una imagen diferente a lo que realmente somos, en el matrimonio ya no es posible ocultar nuestra verdadera forma de ser, allí es donde empezamos a conocernos realmente. Es como si llegáramos al matrimonio cada uno con su equipaje, que somos nosotros mismos, tal vez para algunos una verdadera sorpresa, pues no sabemos si allí encontraremos a la persona de quien nos enamoramos y con quien nos casamos.

Al igual que nosotros, ustedes también llevaron al matrimonio su propio equipaje, quizá en algunos era muy voluminoso y pesaba demasiado, en cambio para otros tal vez no lo era tanto. Queremos invitarlos para que por algunos momentos revisen cual fue el equipaje que llevaron a su matrimonio y cual es el que tienen ahora. ¡Vale la pena arriesgarse!

martes, 6 de abril de 2010

Nuestra Boda (Final)

Nos propusimos no perder ni un solo detalle de la ceremonia, queríamos que todo quedara grabado en nuestra memoria. Todo fue como un sueño, del cual despertamos cuando dimos el si y el sacerdote nos declaró marido y mujer. En ese momento dejamos de lado todo nuestro nerviosismo, sintiéndonos muy tranquilos y sobretodo muy felices; por fin nuestro mayor sueño e ilusión se había hecho realidad, ya éramos esposos.

Seguramente ustedes amigos lectores deben estar recordando, así como nosotros, cómo fueron esos momentos; cada uno de ustedes tendrá su propia historia, quizá con más o menos hechos que recordar; pero lo que si creemos que es común en todos nosotros, es que marcaron una etapa muy importante en nuestras vidas.

Y para los que aún no están casados o están organizando su boda, les decimos que se preparen para que esos momentos sean también inolvidables.

Todos estas vivencias, llenas de sentimientos, emociones pero sobretodo de mucho amor, no son solo un recuerdo de lo que fue, sino son el sustento de nuestro hoy y la esperanza de nuestro mañana como esposos; porque cuando las cosas no marchan muy bien entre nosotros dos, son todos estos detalles los que nos hacen recordar “por qué” nos casamos y todo el amor que encerró ese “SI, ACEPTO”; y es entonces que renovamos con firmeza nuestra decisión de amar en las buenas y en las malas, en salud y enfermedad.