Este blog está dirigido a aquellos que han asumido el reto de esta gran aventura que llamamos "Matrimonio". Esperamos llegar no solo a los matrimonios sino también a los novios que han decidido unir sus vidas o ya lo están pensando; para que a través de nuestras palabras decidan amarse "para toda la vida".

miércoles, 19 de mayo de 2010

¿Reglas para Pelear? (Final)

Finalizamos el tema de las peleas en el matrimonio con nuestras últimas “reglas para pelear”.

Regla #6:

[Elard:] En nuestras peleas con frecuencia utilizaba argumentos como “si no fuera por tu amiguita que te calienta la cabeza” o “cuándo dejarás de ser hijita de mamá”, es decir ponía a otros como los causantes de nuestros problemas, lo único que conseguía era confundirnos aún más y olvidar que el verdadero problema éramos nosotros.

En nuestras peleas tratemos de no incluir a terceras personas, seamos conscientes que el verdadero problema somos nosotros dos.

Regla #7:

[Cuckie:] A veces nuestras peleas más fuertes han sido por olvidar apagar la lámpara, porque me olvidé recoger el periódico o porque Elard no compró un producto de la marca que yo quería; ahora nos hemos dado cuenta que nuestra relación está por encima de aquellas cosas que no pasan de ser detalles tontos y sin importancia.

Siempre tratemos de tener presente que lo verdaderamente importante somos nosotros en nuestra relación, y no el tema en discusión.

Estas reglas que le hemos mencionado seguramente no son las únicas, estamos seguros que ustedes mismos irán descubriendo otras, adecuándolas a su propia realidad o estilo; lo importante es que las pongan en práctica y aprovechen sus beneficios.

No debemos olvidar que ante todo y en primer lugar estamos nosotros, el uno para el otro, y que no hay problema que no podamos solucionar si realmente nos amamos, estando siempre dispuestos a dar el cien por ciento de nosotros mismos, sin esperar nada a cambio, sin ninguna condición. Esa es nuestra decisión de amar, la que nos debe llevar a tener cambios personales que nos permitan ser mejores esposos o esposas, pero no se trata de cambiar para que nuestra pareja cambie o de dar esperando que el otro lo hagas de igual manera; se trata de cambiar porque así lo hemos decidido, de dar y no esperar nada; porque quien ama de verdad se da por entero y no se guarda nada para sí.

domingo, 16 de mayo de 2010

¿Reglas para Pelear? (Segunda parte)

Siguiendo con el tema de las peleas en el matrimonio, continuamos ofreciéndoles algunas pautas o “reglas para pelear” como las hemos denominado, recordándoles que son un buen medio para que sus peleas lleguen a buen término y por lo tanto los ayude a ir creciendo como pareja.

Regla #3:

[Elard:] Antes en nuestras peleas siempre trataba de hacerle ver a Cuckie que yo tenía la razón y que era imposible que me hubiese equivocado; con esto le daba a entender que era ella quien estaba en falta. Ahora nos hemos dado cuenta que lo importante no es el buscar quién tiene la culpa, sino el encontrar una solución a lo que está ocurriendo, con el propósito de evitar en el futuro cometer los mismos errores. Además, en lugar de insistir en tener la razón, más vale admitir que uno puede estar equivocado, y que muchas veces es así.

Cuando peleemos es mejor que nuestro dedo índice, el “dedo acusador”, siempre apunte hacia uno mismo, no hacia nuestra esposa o esposo; primero hay que preguntarnos cuan responsables somos de lo que está ocurriendo.

Regla #4:

[Elard:] Muchas veces le decía a Cuckie que siempre se olvidaba de mis encargos o que nunca tenía las cosas en su sitio; ahora he comprendido que esto era una exageración pues no era así; porque ella no es olvidadiza ni es desordenada.

Siempre debemos evitar las exageraciones como "tú siempre", "tú nunca" o "tú todo", pues eso simplemente no es verdad.

Regla #5:

[Cuckie:] Cuando nosotros peleábamos, muchas veces interrumpíamos la pelea sin concluir en nada, dejándonos de hablar hasta por varios días; luego venía la reconciliación mas no volvíamos a tocar el tema que originó el disgusto. Esto dejaba heridas sin sanar que poco a poco se hacían más grandes y originaban nuevas discusiones. Ahora tratamos de terminar siempre nuestras peleas, si no es ese mismo día retomamos el diálogo al día siguiente por más lastimados que nos sintamos y continuamos con el fin de no dejar nada pendiente sin resolver.

Es importante el terminar una pelea, porque de lo contrario lo único que vamos a conseguir es alejarnos más uno del otro y crear resentimientos difíciles de poder superar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

¿Reglas para Pelear? (Primera parte)

El tener discusiones o peleas en el matrimonio no debe ser considerado como síntoma de que las cosas van mal; muy por el contrario, es una consecuencia natural de la convivencia y de que nos seguimos conociendo; lo peligroso de todo esto es cómo llevamos adelante nuestras peleas, lo que podría devenir en un problema mayor. ¿Pero es posible aplicar reglas para pelear?

La primera vez que escuchamos al respecto nos sorprendió y también nos pareció algo gracioso porque pensábamos que las peleas se circunscribían a un “yo te digo, tu me dices”, “tu gritas, yo grito más”, “yo me enojo, tú te enojas”, “tu pierdes, yo gano”, como si para pelear tuviésemos que seguir algún libreto; pero que bueno resultó el poder seguir ciertas pautas o normas que encaminaran nuestras peleas y que de alguna manera establecieran los límites sobre los cuales no debíamos excedernos; ello nos permitió evitar cruzar esa línea invisible que separa la razón de la sin razón. Estas reglas nos están permitiendo mejorar nuestra relación y nos están ayudando a que nuestras peleas sean en realidad, un medio constructivo de comunicación.

Regla #1:

[Elard:] Recuerdo que antes cuando peleábamos, mientras Cuckie me hablaba, yo me limitaba a sonreír o simplemente le decía “¿Otra vez con lo mismo?” Esto ocasionaba en ella un gran fastidio, pues pensaba que no le tomaba importancia a sus palabras o que me estaba burlando; esta actitud mía, daba como resultado que ella siempre estuviese a la defensiva y lejos de acercarnos nos distanciaba.

En una pelea debemos evitar las críticas y el sarcasmo, pues nos minimizan, destruye nuestra autoestima y nos alejan a uno del otro.

Regla #2:

[Cuckie:] Estoy segura que si le dijera a Elard que es un tonto o un bueno para nada, no me lo perdonaría nunca. Así también hay otras personas que cuando riñen se tratan con palabras tan subidas de tono o groseras, que se faltan el respeto mutuamente, causándose tal daño que muchas veces es difícil de olvidar o perdonar.

Siempre debemos evitar las palabras ofensivas y los insultos porque estos pueden ser de consecuencias irreparables.

martes, 11 de mayo de 2010

Aprendiendo a Dialogar

El diálogo es la base de toda buena relación humana. En el caso del Matrimonio, a través de este, la pareja se conoce, manifiesta sus sentimientos más profundos, lo comparte todo, hasta lo que les disgusta, amorosamente sin pretender herir o hacer daño al otro.

Una de las condiciones para un buen diálogo es saber escuchar. En nuestro caso, en muchas ocasiones cuando conversamos sobre un tema difícil que afecta nuestra relación, es muy poco lo que escuchamos, pues nos ponemos a la defensiva y por lo general toda nuestra atención la centramos en lo que vamos a contestar. Alguna vez nos dijeron que escuchar es alcanzar a la otra persona en el esfuerzo de expresar lo que siente.

¿Cuándo debemos escuchar? Siempre, en todo momento, oportunidad o circunstancia. Nuestro interés debe ser permanente.

¿Cómo debemos escuchar? Con atención real, con todo nuestro ser, con la mente y el corazón; con la mente para comprender lo que nos quiere decir nuestra esposa o esposo y con el corazón para acoger amorosamente lo que nos está diciendo.

¿Dónde debemos escuchar? En cualquier lugar; pero tratando de buscar que sea el más adecuado. Las cosas íntimas y delicadas siempre han de requerir un lugar privado, seguro, silencioso y cómodo, en donde ambos nos sintamos a gusto.

Por lo general cuando dialogamos sobre un tema que pueda causarnos tensión o disgusto, preferimos pararlo y continuarlo en otro momento no muy distante en el tiempo, pues consideramos que no debe quedar nada pendiente para evitar las suposiciones. Así también hemos comprendido que el intentar manipular los diálogos lo único que ocasionamos es malos entendidos; como por ejemplo cuando nos hacemos las víctimas, o cuando utilizamos a los hijos y a los padres o suegros como causa de nuestros problemas.

Hagamos del diálogo un ejercicio permanente, conforme lo vayamos practicando se hará cada vez más sencillo; lo importante es dar el primer paso.

viernes, 7 de mayo de 2010

Los hijos en el Matrimonio

Muchas veces al conversar con nuestros amigos sobre los hijos y su importancia en la relación matrimonial, quedaban sorprendidos al escucharnos decir que en el orden de prioridades la pareja está en primer lugar y luego en segundo lugar estaban los hijos. Pensaban que al hacer esta afirmación estábamos diciendo que ellos no eran importantes, que los estábamos dejando de lado o que estábamos olvidando nuestra responsabilidad de padres. Nada más alejado de la realidad.

A partir del nacimiento de nuestras hijas, ellas siempre ocuparon nuestra atención, dedicación y amor; aún ahora, 27 y 26 años después, ellas siguen siendo nuestro más valioso tesoro, como el primer día; pero ello no significó que nos dejáramos de lado y que nos olvidáramos de nosotros para centrarnos solo en ellas.

Estamos convencidos que los hijos son regalos prestados, son una responsabilidad asumida por la pareja desde el momento de su concepción hasta que ellos por propia decisión determinen alejarse del núcleo familiar, para iniciar sus propias vidas, independientes, de la misma forma como algún día lo hicimos nosotros. Es en ese momento que volvemos a estar como en el principio, los dos solos, uno frente al otro. ¿Y a quién encontramos? ¿a la persona de quién nos enamorados? o tal vez ¿a alguien a quien no reconocemos?; definitivamente quienes no estarán ya a nuestro lado son nuestros hijos. Hacer de ellos el eje o el centro de nuestras vidas creemos que es un grave error, pues dejamos a nuestro esposo o esposa relegados a un segundo plano y como consecuencia de ello olvidamos darnos el tiempo que necesitamos para hacer vida de pareja, para compartir juntos, para dialogar o simplemente estar el uno al lado del otro. Lamentablemente muchas veces no sabemos buscar el equilibrio y llegamos al extremo: los papás que dedican el cien por ciento de su tiempo a la crianza y educación de los hijos, olvidándose de sus roles de esposos; y si pretenden darse un tiempo para ellos, les asaltan sentimientos de culpa por creer que no están cumpliendo a cabalidad con su papel de padres.

Si bien es cierto que los hijos son nuestra responsabilidad y a quienes debemos darles cuidados, amor y educación de la mejor manera, no por ello podemos olvidarnos que somos un matrimonio y que necesitamos también un tiempo para nosotros. La relación matrimonial se construye día a día, toda una vida.

martes, 4 de mayo de 2010

El Amor es paciente, servicial y sin envidia

El amor es paciente cuando sabemos esperar que nuestro esposo o esposa reconozca que ha cometido un error o cuando no lo acosamos constantemente con actitudes de mártires.

[Cuckie:] A mi siempre me gusta decirle a Elard que lo amo y que me siento muy bien a su lado, en cambio él no es tan expresivo, por lo que constantemente le reclamaba por qué no me lo decía así como yo; esto por supuesto muchas veces lo incomodaba. Pero preferí darle tiempo para que se diera cuenta que era necesario, no solo demostrarlo sino también decirlo.

El amor es servicial, cuando estamos siempre atentos a las necesidades del otro, dispuestos a tenderle una mano sin que nos pida ayuda; o cuando sabemos compartir y poner al servicio de nuestro matrimonio todo lo que tenemos, en donde la palabra “mío” se transforma en “nuestro”: nuestro tiempo, nuestros hijos, nuestro dinero, nuestra casa. En un sentido más espiritual, también es servicial, cuando sabemos escuchar con el corazón o lo acompañamos en el silencio.

[Cuckie:] Recuerdo cuando murió mi papá, fue una pérdida terrible para mí; pues en el proceso del diagnóstico de su enfermedad, solo mi papi y yo sabíamos de la gravedad de la misma; por ello tuve que asumir con mucha serenidad su situación. Elard se convirtió en mi silencioso apoyo y sostén, pues no podía demostrar abiertamente mis sentimientos con mi madre y hermanas. Donde lo sentí más cerca fue cuando falleció mi papá, a su lado pude llorar y sacar afuera todo el dolor que había acumulado durante tanto tiempo; él en ningún momento me pidió calma, tan solo me dejó desahogarme y su silencio fue mi mayor consuelo.

El amor también es servicial cuando oramos por el bienestar o la salud de nuestro esposa o esposo. ¿Cuántos de nosotros le pedimos a Dios que cuide y vele por nuestra pareja cada vez que sale a la calle? ¿Alguno se ha puesto a pensar que tal vez sea la última vez que lo veamos y no regrese más a casa pues le sobrevino la muerte?

[Cuckie:] Por las mañanas siempre me despierto con palabras de agradecimiento a Dios por lo generoso que es con nosotros y le pido que proteja y cuide de Elard, que llegue con bien a su centro de trabajo y que lo regrese a casa sin ningún contratiempo. Una frase que siempre le repito cuando me despido de él es: “Que todo te salga bien, que Dios te bendiga y acompañe”.

Con los años también aprendimos que el amor no sabe de envidias, disfruta de los éxitos del otro como si fueran propios y comparte sus ideales y aspiraciones; porque el amor no es mezquino, se da por entero y sin condiciones. Quien ama de verdad, jamás compite con su pareja, ni como padres ni como profesionales; por el contrario se respetan y se dan fuerza mutuamente para alcanzar sus metas.

domingo, 2 de mayo de 2010

¿Por qué nos Casamos?

Si nosotros les preguntáramos en estos momentos a cada uno de ustedes, ¿por qué se casaron?, quizá la mayoría contestaría “por que quería ser feliz” o “por que quería encontrar mi felicidad”.

Una pregunta parecida le hacia una vez un sacerdote a unos novios a punto de casarse: ¿Por qué se casan? Cada uno respondió quizá al igual que algunos de ustedes ahora: “para ser feliz”.

Al oír esto el sacerdote les dijo que consideraba que no estaban aun preparados para casarse y que volvieran un mes después. Al cabo de ese tiempo la pareja regresó y el sacerdote les volvió a hacer la misma pregunta: ¿Por qué se casan?; y cada uno respondió nuevamente lo mismo: “para ser feliz”. Por segunda vez el sacerdote les dijo que aún no estaban preparados para el matrimonio; y esta situación se repitió por varios meses, hasta que un día al hacerles nuevamente la pregunta ¿Por qué se casan?, cada uno respondió: “por que quiero hacer feliz a mi pareja”. Esta era la respuesta que el sacerdote esperaba.

Si les volviéramos a hacer la misma pregunta a ustedes, ahora que conocen la historia, honestamente ¿que contestarían? No se preocupen si ésta fuera “para ser feliz”; recuerden que estamos a tiempo para comenzar de nuevo, lo importante es reconocer que estábamos y estamos equivocados.

El amor es renuncia, es la capacidad que tenemos de olvidarnos de nosotros mismos y de nuestro propio beneficio; para pensar en el otro, para que se sienta amado, importante en nuestra vida. Amor es hacer hasta lo imposible para que nuestro esposo o esposa sea feliz.