Este blog está dirigido a aquellos que han asumido el reto de esta gran aventura que llamamos "Matrimonio". Esperamos llegar no solo a los matrimonios sino también a los novios que han decidido unir sus vidas o ya lo están pensando; para que a través de nuestras palabras decidan amarse "para toda la vida".

jueves, 29 de abril de 2010

Vientos nuevos en el Matrimonio (Final)

Pero además de saber pedir perdón, también debemos saber perdonar; es decir sanar las heridas del alma y del corazón; y para esto es necesario vencer a nuestro mayor enemigo que es el orgullo, pues muchas veces decimos o pensamos equivocadamente, que para perdonar al otro, este también debe sufrir en igual medida, o simplemente asumimos el papel de víctimas y nos rehusamos a hacerlo.


También es necesario saber escuchar con el corazón, no solo con los oídos; esto significa dejar la razón de lado para tratar de sentir el arrepentimiento del otro; recordemos que la cabeza le habla a la cabeza y que el corazón le habla al corazón. Quizá muchas veces el dolor sea tan grande que no nos podamos comprender en ese momento, pero acoger al otro en una situación como esa es un acto profundo y auténtico de amor en un momento difícil. No solo se trata de fijarse en el sufrimiento de quien ha sido ofendido sino también acoger el sufrimiento de quien está en falta. Hay un dicho que dice “amar en las duras es más amor que amar en las maduras”, es decir “amar en los momentos difíciles es más amor que amar en los momentos placenteros”; esto es así porque en esos momentos difíciles se revela un amor más puro, más auténtico y más desinteresado.

También debemos hacernos el firme propósito de que una vez perdonada la falta nunca más la sacaremos a relucir. Lamentablemente tenemos por costumbre que cada vez que discutimos y nos ofendemos, sacamos a relucir todas aquellas situaciones pasadas que nos causaron algún malestar; y ello ocurre porque fueron heridas que nunca sanaron totalmente, porque no fueron perdonadas. Digamos como en la canción “ya lo pasado, pasado está”. Una vez que perdonamos de corazón, se cierra una puerta y se abre otra, empezamos una nueva etapa, una nueva vida, sin opción a mirar atrás, como una especie de “borrón y cuenta nueva”. Recuerden que siempre tendremos la oportunidad de empezar de nuevo. Sabemos que esto es duro y difícil, porque seguramente habrá grandes heridas que causen mucho dolor, pero cuando hay amor todo es posible.

Un perdón así pedido y dado con todo el corazón es el principal paso para iniciar el proceso de sanación en los esposos. Este proceso de sanación puede ser lento, penoso y duro; dado que por nuestra naturaleza humana no nos es posible olvidar todo de golpe, por tanto es necesario, luego de haber perdonado, darle tiempo al tiempo para que se vayan cerrando las heridas y borrando las manchas.

Debemos entender también, que una verdadera comunicación en profundidad, sana a tiempo esas heridas ocultas; pero para ello hay que saber aprovechar los momentos buenos, de mutua calidez, para que se pueda abrir el uno al otro.

El pedir perdón y saber perdonar no es un tema exclusivo de los matrimonios sino también se aplica a todas las parejas que se aman, ya sean novios o enamorados.

lunes, 26 de abril de 2010

Vientos nuevos en el Matrimonio (Segunda parte)

¿Cuántas veces, después de una discusión u ofensa, nos hemos perdonado?, ¿sabemos pedir perdón? Muchas veces es difícil reconocer que nos hemos equivocado, más aún cuando tenemos que hacerlo frente a nuestra pareja. Para pedir perdón es necesario tomar conciencia del error cometido, es decir, reconocer en qué fallamos, dónde nos equivocamos o qué es lo que yo hice para disgustar u ofender a mi esposa o esposo.


También es importante pedir perdón con humildad y de todo corazón. No basta solo con reconocer que nos equivocamos, hay que hacerle saber al otro que estamos arrepentidos. Esto es algo que nos cuesta sobre todo a los hombres, pues muchas veces se cree que pedir perdón es una señal de debilidad.

[Elard:] Siempre he pensado que es el tiempo el que cura las heridas; es así que cuando discutía con Cuckie y me daba cuenta que era yo el que estaba en falta, prefería quedarme callado y dejaba que pasaran los días. Ahora entiendo que lo único que esto ocasiona es una cura superficial; pero la herida queda allí, en el fondo del alma. En una ocasión, recuerdo que fui a recogerla pues llegaba de un corto viaje, venía muy ansiosa por vernos y regresar a casa; pero mi recibimiento fue frío y antes que decirle que estaba feliz por su regreso, solo me limité a darle una serie de quejas. Esta actitud, por supuesto que la desconcertó y molestó; recuerdo que a partir de ese momento no cruzamos palabra alguna. Esta situación se prolongó por varios días, me daba cuenta que había actuado equivocadamente pero me costaba acercarme a ella para pedirle perdón, hasta que tomé la decisión de hacerlo y en una reunión con un grupo de amigos en donde me encontraría con ella, me presenté con un ramo de flores y delante de todos le pedí que me disculpara y que sentía mucho haber sido tan frío y falto de consideración. No se imaginan cuanto me costó el hacerlo, sobre todo públicamente; pero les aseguro que valió la pena.

Finalmente, para pedir perdón, debemos tener el verdadero propósito de no volver a cometer el mismo error; pero no solo como un propósito general, como por ejemplo “yo fui malo con mi esposa o esposo y mi propósito para reparar el daño es ser bueno con ella o con él”. Aquí no estamos diciendo nada en concreto ni nos estamos comprometiendo a tomar una determinada actitud. Lo que se requiere son resoluciones concretas, medios prácticos para no volver a cometer la falta.

[Elard:] Por ejemplo, cuando Cuckie se molesta porque no la ayudo en las tareas del hogar, para reparar mi error le propongo ayudarla con el lavado de la vajilla u ordenando las cosas que he dejado regadas por toda la casa. Quizá esto parezca muy trivial, pero en el fondo de todo ello, lo que estoy tratando de decirle a Cuckie es que soy conciente de mi falta de delicadeza y consideración.

Pero además de saber pedir perdón, también debemos saber perdonar…

domingo, 25 de abril de 2010

Vientos nuevos en el Matrimonio (Primera parte)

Cuando las cosas no van bien en una relación de pareja nunca es tarde para volver a comenzar, a decidirnos echar atrás todo aquello que impide nuestra felicidad, nuestra vida futura. “Cueros o vasijas nuevas para vino nuevo” leímos alguna vez; un impulso nuevo para una vida nueva, una actitud diferente para un matrimonio renovado, decimos nosotros.

Pero, ¿Cómo renovar nuestro matrimonio? ¿Cómo darle un nuevo impulso a nuestra relación? o ¿Cómo comenzar una nueva vida juntos?

Creemos que un primer y gran paso, quizá el más importante de todos, es el de “sanarnos” y “perdonarnos”, solo así quedaremos como nuevos, para iniciar una vida nueva.

Como toda herida corporal necesita ser atendida y curada, así también existen heridas invisibles, aquellas del alma, del corazón, que también necesitan ser sanadas. Estas heridas por lo general presentan efectos secundarios, nos hacen rencorosos, vengativos, amargados, nos quitan la capacidad de amar plenamente a nuestra pareja y de ser felices. En la medida que pasa el tiempo estas heridas van creciendo, haciendo de nuestras vidas y de nuestro matrimonio un verdadero infierno. Muchas veces no sabemos cómo sanarlas, pero existe una cura efectiva para ello, una cura que está al alcance de todos; y es la del PERDÓN.

Saber pedir perdón, significa reconocer que nos hemos equivocado, significa admitir nuestros errores y que ellos han lastimado a nuestra esposa o esposo; por esto le pedimos perdón, con sinceridad y humildad, con el firme propósito de no volver a repetir el mismo error. Este es el primer paso en el proceso de sanación en el matrimonio.

El segundo paso es saber perdonar, que significa echar atrás o dejar en el pasado todo aquello que nos lastimó, haciendo el firme propósito de no volver a traerlo a nuestras vidas, para que no sea un obstáculo para alcanzar nuestra felicidad.

miércoles, 21 de abril de 2010

Rompiendo la monotonía

Uno de los grandes enemigos del romance y que siempre está al acecho es la monotonía; el caer en la rutina diaria que enfría la relación, por eso siempre debemos procurar que cada día sea diferente al anterior o que por lo menos tenga algún detalle que marque esa diferencia.

[Elard:] Generalmente suelo almorzar en algún restaurante cerca de mi oficina y muchas veces me gusta sorprender a Cuckie invitándola a que me acompañe; en otras ocasiones antes de salir del trabajo la llamo por teléfono y la animo a encontrarnos en algún lugar para conversar y tomarnos un café. Lo importante no es el lugar o lo mucho o poco que yo le pueda dar materialmente sino el sorprenderla con algo fuera de lo cotidiano.

[Cuckie:] Recuerdo que cuando nuestras hijas eran pequeñas, muchas veces sorprendía a Elard con una cena especial. Aprovechaba el tiempo que ellas estaban en el colegio para junto con los quehaceres diarios, darme un tiempo para prepararle el platillo que más le gustaba. Ese día me esforzaba para que todo en casa estuviese perfecto, la mesa especialmente dispuesta para la ocasión, algo de música romántica, algunas velas encendidas, además de poner mucho cuidado en que nuestras hijas hicieran temprano sus deberes para que no retrazaran su hora de irse a dormir. Ese día me esmeraba en ponerme bonita para él y por supuesto que esa noche era de lo más especial.

Es también importante el que nos dediquemos un tiempo exclusivo, el uno para el otro, en el que podamos disfrutarnos sin tener que preocuparnos de los problemas cotidianos, del teléfono, el control remoto, los hijos, etc. Quizá muchos de ustedes piensen que la única manera de poder conseguirlo es irnos lejos de casa en donde tal vez tengamos que hacer una fuerte inversión de dinero, ahora tan necesario, pero hay muchas otras formas de lograrlo. Por ejemplo, hay días que decidimos salir a caminar los dos solos y aprovechamos esos momentos para hablar exclusivamente de nosotros; no del trabajo, no de los hijos, ni de la situación mundial, ni de la película que vimos en la tele; conversamos de cómo nos sentimos, de nuestros temores, preocupaciones, de nuestros deseos, etc. Otras veces simplemente decidimos caminar como dos enamorados que se gustan el uno al otro, y que se siguen amando como el primer día; lo importante es estar juntos y disfrutar el momento.

No nos olvidemos que quién ama de verdad da todo de sí para hacer feliz a la persona que ama, sin que importe quién da el primer paso.

martes, 20 de abril de 2010

Rutinas que matan

Se dice que el ser humano es un animal de costumbres y apegos. De costumbres porque normalmente somos repetitivos en lo que hacemos, nos mecanizamos y nos volvemos rutinarios. Estamos seguros que todos tenemos una rutina diaria: Nos levantamos, aseamos, vestimos, desayunamos, nos dirigimos al trabajo o empezamos las labores del hogar, regresamos luego a casa, leemos el periódico o vemos la tele, comentamos lo que nos pasó en el día, disponemos algunas cosas de la casa y finalmente un buenas noches y a dormir. Y si es fin de semana, salimos un rato por allí o vamos de compras, alguna visita a los amigos o simplemente nos quedamos en casa para descansar. Y todo esto lo vamos repitiendo día a día, semana a semana con alguna pequeña variante. Somos también de apegos, porque difícilmente nos podemos desprender de toda esta rutina, nos cuesta hacerlo porque nos sentimos cómodos y no tenemos que pensar mucho o innovar nuestro quehacer.


Las palabras y gestos hacia nuestra pareja también se hacen rutinarios: hola mi amor, que tal mi vida, como fue tu día, cómo están lo chicos, qué hay de comer, el dinero no alcanza, estoy cansada(o), luego hablamos, etc. O peor aún, nuestro vocabulario se reduce a monosílabos: si, no, ummmmm, ajá, quizá, etc, y la situación más extrema es cuando llegamos al silencio, nos convertimos en parte del decorado de la casa donde no hay diferencia entre estar o no estar.

Un beso dado a la ligera, una caricia que más parece un roce casual, una mueca que pretende ser una sonrisa, son también algunos de esos gestos rutinarios.

Todo esto generalmente asfixia la relación de pareja pues nos lleva al aburrimiento, al tedio, al hastío; no nos interesa cambiar ni tampoco notamos si hay algún cambio en el otro (un nuevo corte de pelo, unos kilitos menos, un beso amoroso, un cumplido, etc).

Si bien es cierto que el quehacer diario de alguna forma nos lleva a realizar actividades rutinarias, estamos seguros que podemos hacer la diferencia con pequeñas cosas que rompan con la monotonía, manteniendo el romance dentro de la relación (recuerden que para el amor no hay edad) como por ejemplo: levantarnos unos minutos antes para sorprenderla(o) con el desayuno, dejarle una notita dentro de la cartera, traerle una flor de regreso a casa, halagarla(o) con algún elogio. Lo importante es tratar siempre de sorprendernos con algo diferente, de ser creativos para agradar a nuestra pareja y hacerle notar lo importante que es para nosotros, para que todos estos gestos y actitudes sean como la leña que aviva el fuego para que este no se apague.

miércoles, 14 de abril de 2010

Matrimonio… ¿Para qué?

En la época en que nuestras hijas estaban en la escuela nos llamaba la atención el ir descubriendo que muchos papás de sus compañeros de estudio estaban divorciados o en proceso de separación. Nos preguntábamos con frecuencia el porqué llegar a esa situación y si realmente se habían casado por amor.

Son muchos los motivos que podrían llevar a una pareja al matrimonio, y queremos enumerar algunos de ellos de entre muchos otros:

• Porque nos amamos.
• Queremos compartir nuestras vidas para siempre.
• Por conveniencia.
• Para sentirnos el centro de todo.
• Liberarnos del yugo familiar.
• Presiones familiares.
• Por despecho.
• Para que mi pareja o mis suegros me mantengan.
• Porque voy a tener un hijo y hay que darle el apellido.
• Me estoy haciendo viejo(a)
• Me estoy quedando soltero(a)

A las parejas que están pensando en el matrimonio o ya están en camino de casarse, queremos invitarlos para que reflexionen sobre la motivación que los está llevando a tomar tan importante decisión, y si ésta no es la correcta, tener la valentía de no seguir adelante y evitar las consecuencias que esta decisión pueda ocasionar; sobre todo si la relación no va bien, no existe un amor verdadero o cuando ninguno de los dos está dispuesto a sacrificarse por buscar la felicidad de su pareja.

Es importante también que se hayan tomado el tiempo necesario para conocerse lo suficiente como para decidir unir sus vidas para siempre.

lunes, 12 de abril de 2010

Pequeños detalles… grandes olvidos

Hace pocos días, mientras íbamos en nuestro auto para hacer algunas compras, escuchamos una canción que solíamos dedicarnos en nuestra época de enamorados y esto evocó en nosotros muchos recuerdos, como por ejemplo el dedicarnos canciones, regalarnos tarjetitas con algún mensaje de amor, alguna flor, etc. Eran pequeños detalles pero que llevaban encerrados todo el amor que nos teníamos. Una vez ya casados, con el paso del tiempo, la llegada de nuestras hijas y las nuevas responsabilidades, estos detalles fueron quedando en el recuerdo. Y es que muchos creemos que una vez casados ya todo está dicho, que ya no es necesario decir un “te amo” porque está sobreentendido y que todos aquellos detalles que nos teníamos en nuestra época de enamorados o novios, ya salen sobrando.

En algún momento de nuestras vidas entendimos que el amor se renueva a través de pequeñas actitudes; cuánto dice un abrazo, una caricia, el ir tomados de la mano, el darnos un beso sin importarnos lo que puedan pensar los demás, o el decirle al otro lo bien que se ve, el elogiar el trabajo que ha realizado, o esa llamadita de teléfono para saber cómo nos va, etc. Entendimos también que no se trata de regalos materiales, son solo actitudes, palabras, gestos.

Y es que el amor tiene que alimentarse a través de todos esos pequeños detalles que demuestren lo importante que es el uno para el otro. Nunca es tarde, lo importante ahora es vivir plenamente nuestro presente; el ayer es historia, el mañana es un misterio; el hoy será siempre un regalo, por ello debemos vivirlo con intensidad y frescura. Recuerden que nadie sabe si mañana estará vivo y que la felicidad no es una meta sino el camino que se hace al andar, por eso disfrutémonos cada momento el uno del otro, apelemos a nuestra creatividad y decidámonos romper el muro de lo rutinario que nos limita, que marchita nuestra relación y nuestro amor. También es importante tener presente que nunca se es muy joven o demasiado viejo para el amor, esa no es una excusa.

viernes, 9 de abril de 2010

El día después de la Boda

Todos sabemos que después de la Boda viene la “Luna de Miel”; quizá para algunos fue corta como la nuestra, de repente otros tuvieron la oportunidad de disfrutar más tiempo juntos y tal vez para otro grupo no pasó de ser una noche en algún lugar especial; pero sea como fuere todo tiene su final. Así también nuestro corto viaje llegó a su fin; era el momento de regresar a casa y comenzar una nueva vida, era el momento de enfrentar la realidad, bajarnos de la nube en la que nos encontrábamos y poner nuevamente los pies en tierra. Atrás quedaban esos días que parecieron un sueño, para iniciar una etapa en donde ambos nos encontraríamos frente a frente, por el resto de nuestras vidas.

Al iniciar nuestra etapa de convivencia, nos encontramos por primera vez uno frente al otro, y nos descubrimos tal como somos. Si anteriormente por tratar de agradarnos, sacamos a relucir más nuestras virtudes que nuestros defectos, o tratamos de crearnos una imagen diferente a lo que realmente somos, en el matrimonio ya no es posible ocultar nuestra verdadera forma de ser, allí es donde empezamos a conocernos realmente. Es como si llegáramos al matrimonio cada uno con su equipaje, que somos nosotros mismos, tal vez para algunos una verdadera sorpresa, pues no sabemos si allí encontraremos a la persona de quien nos enamoramos y con quien nos casamos.

Al igual que nosotros, ustedes también llevaron al matrimonio su propio equipaje, quizá en algunos era muy voluminoso y pesaba demasiado, en cambio para otros tal vez no lo era tanto. Queremos invitarlos para que por algunos momentos revisen cual fue el equipaje que llevaron a su matrimonio y cual es el que tienen ahora. ¡Vale la pena arriesgarse!

martes, 6 de abril de 2010

Nuestra Boda (Final)

Nos propusimos no perder ni un solo detalle de la ceremonia, queríamos que todo quedara grabado en nuestra memoria. Todo fue como un sueño, del cual despertamos cuando dimos el si y el sacerdote nos declaró marido y mujer. En ese momento dejamos de lado todo nuestro nerviosismo, sintiéndonos muy tranquilos y sobretodo muy felices; por fin nuestro mayor sueño e ilusión se había hecho realidad, ya éramos esposos.

Seguramente ustedes amigos lectores deben estar recordando, así como nosotros, cómo fueron esos momentos; cada uno de ustedes tendrá su propia historia, quizá con más o menos hechos que recordar; pero lo que si creemos que es común en todos nosotros, es que marcaron una etapa muy importante en nuestras vidas.

Y para los que aún no están casados o están organizando su boda, les decimos que se preparen para que esos momentos sean también inolvidables.

Todos estas vivencias, llenas de sentimientos, emociones pero sobretodo de mucho amor, no son solo un recuerdo de lo que fue, sino son el sustento de nuestro hoy y la esperanza de nuestro mañana como esposos; porque cuando las cosas no marchan muy bien entre nosotros dos, son todos estos detalles los que nos hacen recordar “por qué” nos casamos y todo el amor que encerró ese “SI, ACEPTO”; y es entonces que renovamos con firmeza nuestra decisión de amar en las buenas y en las malas, en salud y enfermedad.

lunes, 5 de abril de 2010

Nuestra Boda (Segunda parte)

Así como Cuckie, guardo también muchos recuerdos del día de nuestra boda.

Por supuesto que no pude dormir muy bien la noche anterior, me sentía ansioso, nervioso; pero a la vez emocionado. Era una mezcla de sensaciones y sentimientos difíciles de explicar con palabras. ¿Cómo se presentarían las cosas al día siguiente? ¿Saldría todo bien?, eran algunas de las preguntas que me hacía constantemente.

Al llegar a la iglesia avancé hacia el altar por una de las naves laterales acompañado de mi madre que era la madrina. Casi sentía cómo la sangre circulaba por mi cuerpo, a veces el nerviosismo me hacía trastabillar al caminar.

Ni bien nos ubicamos frente al altar, empezaron a sonar los acordes de la “Marcha Nupcial”, anunciando el ingreso de Cuckie. El corazón me golpeaba fuertemente, parecía que se me iba a salir del pecho. Allí, al fondo la divisé, era el amor de toda la vida que pronto se convertiría en mi esposa. Avanzando lentamente del brazo de su papá, hermosa, radiante. A partir de ese momento solo tuve ojos para ella, era como si todos los invitados hubiesen desaparecido por arte de magia.

Cuando llegó casi al pié del altar salí a su encuentro, de mis labios brotó una sonrisa, todavía un poco nerviosa, le di un beso y juntos tomados de la mano avanzamos algunos pasos. En ese momento pasaron rápidamente por mi mente recuerdos; la primera vez que la vi, cuando nos hicimos enamorados, nuestros planes para el futuro; finalmente todo se hacía realidad, nos disponíamos a unir nuestras vidas para siempre, me sentía feliz de que hubiese llegado ese día.

Nuestra Boda (Primer parte)

En el mes de febrero Elard y yo cumplimos 28 años de casados, y como dice la canción “parece que fue ayer”. Tal vez pueda sonar a una frase muy cursi o muy usada, pero en realidad cuando lo pienso, estos 28 años al lado de Elard realmente han pasado como un suspiro. Estoy segura que todos recordamos el día que nos casamos, por eso quisiera compartir con ustedes algunos detalles de ese día tan especial para mí.

El día de nuestra boda me levanté muy temprano pues no quería hacer nada a última hora. Recuerdo que regresé temprano de la peluquería, así que tuve tiempo de recostarme y recordar en breves momentos toda mi vida, las experiencias vividas al lado de mis padres y mis hermanas, cómo conocí a Elard y el día que decidimos casarnos. Un toque en mi puerta me sacó de mis pensamientos; era mi papá que me avisaba que ya había llegado la hora de cambiarme.

El ponerme el vestido fue muy emocionante pero más aún cuando ya con el velo y el tocado mis padres me dieron su bendición. Estando sola en mi habitación recuerdo que quería verme en el espejo, pero mi abuela no me dejaba pues decía que era de mala suerte. Mis hermanas no se cansaban de tocar mi puerta y repetirme que no llorara, que cuidara mi maquillaje, mientras mi papá hablaba en voz alta y decía en son de broma “déjenla tranquila, capaz se está arrepintiendo, tiene derecho”; y así entre risas, besos, abrazos y bromas, salí rumbo a la iglesia.

Al llegar me sentía muy nerviosa; mi papá me repetía en todo momento lo mucho que me quería y sus deseos de que fuera feliz. Avanzamos lentamente por la nave central de la iglesia al compás de la “Marcha Nupcial” y justo antes de entregarme a Elard, mi papá me dio un beso y me dijo “ahora te entrego al hombre que te ama, sé muy feliz”. En ese momento quería echarme a llorar de la emoción, la ternura de mi padre, los ojos llenos de amor de Elard y sus manos estiradas esperándome hicieron que me sintiera la mujer más dichosa del mundo.