Este blog está dirigido a aquellos que han asumido el reto de esta gran aventura que llamamos "Matrimonio". Esperamos llegar no solo a los matrimonios sino también a los novios que han decidido unir sus vidas o ya lo están pensando; para que a través de nuestras palabras decidan amarse "para toda la vida".

lunes, 19 de julio de 2010

Una bella historia de Amor

[Cuckie:] Hace un tiempo atrás por cosas del trabajo tuve la oportunidad de conocer a una pareja de esposos ya maduros, bordeaban los 70 años de edad; me llamó la atención la forma como se trataban y de mirarse, parecían un par de adolescentes enamorados, me hacían recordar a mis padres. No pude resistirme y les pregunté cuántos años de casados tenían y ese fue el principio de una linda historia de amor que ellos tuvieron a bien contármela, la que .ahora queremos compartir con ustedes.

Juan y Rosa, les llamaremos así, se conocieron en su niñez. Juan se enamoró de ella desde que la vio por primera vez, el tenía 12 años y ella 8. El siempre la acompañaba al colegio y la cuidaba desde lejos y cuando Rosa cumplió 15 años lo eligió como su compañero de baile; y fue en esa ocasión que Juan se animó y le declaró su amor y para su sorpresa ella le dio el sí de inmediato. Fueron 2 años plenos de felicidad, eran el uno para el otro; Rosa estaba segura que él era su complemento y para Juan ella era su razón de vivir.

De un momento a otro al padre de Rosa le ofrecen trabajo fuera del Perú y tiene que marchar con toda la familia, éste fue un golpe terrible para los dos, vino la separación y las promesas de escribirse a diario y llamarse por teléfono; pero la distancia y los problemas propios de la vida los fue separando hasta que perdieron el contacto. Pasaron los años y Juan se casó y formó una familia, pero en el fondo de su corazón mantenía el recuerdo de Rosa, su amor de la niñez. Esto no impidió que fuera feliz al lado de los suyos; desgraciadamente una dolorosa enfermedad se llevó a su esposa. Fueron años de soledad, aunque la compañía de sus hijos, todos varones ellos, y de sus nietos, hicieron más llevadera su vida. Rosa por su lado volvió al país, trato de saber algo de Juan pero ya no estaban los amigos en común y no supo de él; conoció a otro hombre del que se enamoró y se casó, tuvieron 3 hijas y formó un lindo hogar.

Un día, más por presión de sus hijos, Juan asistió a una reunión de amigos y para su sorpresa se reencontró con Rosa; habían pasado casi 40 años desde la última vez que se vieron; ambos creyeron que no se reconocerían, por ello ninguno se atrevió a dar el primer paso, hasta que un amigo en común los “presentó”. No dejaron de charlar toda la noche, hubo muchas preguntas y dudas, casi todas se respondieron. Ambos se sintieron exactamente igual como cuando eran jóvenes y todos los sentimientos que estaban guardados y dormidos volvieron a renacer. Se contaron que estaban casados, Juan no le había mencionado que era viudo, ni Rosa que años atrás su esposo había fallecido en un accidente automovilístico. Vino la despedida y Juan se animó a darle su tarjeta ofreciéndole sus servicios profesionales, Rosa se lo agradeció y le comentó que le hubiera servido de mucho cuando tuvo que hacer los trámites de defunción de su esposo. A Juan se le iluminaron los ojos y el corazón le dio un salto, el amor de su vida estaba sola; pero cómo decirle que él también estaba solo, así que atinó a decirle que esperaba que un día pudieran juntar sus soledades e ir a tomar un café; Rosa le respondió que se sentiría encantada de poder conocer a su esposa, oportunidad que él aprovechó para decirle que también era viudo. Ella no lo podía creer y su emoción fue muy grande, pero no se atrevió a darle su número de teléfono.

Pasaron muchos días antes de que Rosa se animara a llamar a Juan y una tarde acordaron encontrarse para tomar un café; ese fue el reinicio de una relación que había quedado trunca en el tiempo. Compartieron sus historias, sus alegrías y tristezas, pero sobretodo recordaban los momentos que pasaron juntos en su juventud; y nuevamente se volvieron a enamorar como la primera vez; retomaron su historia de amor como dos chiquillos: Paseos tomados de la mano, besos robados, caricias y gestos de ternura, ella su princesa y él su amorcito. Rosa no quería que sus hijas lo supieran y salía de casa con la excusa de ir de compras o a cenar con sus amigas; por otro lado Juan si había contado a sus hijos sobre su reencuentro con el amor de su juventud, recibió el apoyo de todos ellos.

Poco tiempo después Juan le pidió a Rosa que se casara con él, lo hizo tal como lo había imaginado de joven: Cena con velas en un lugar pequeño pero muy lindo, muchas flores, música y un anillo. Todo era como un sueño, un sueño que había quedado guardado en la memoria de cada uno de ellos. Cuando Rosa les contó a sus hijas desaprobaron su decisión argumentando lo pronto que había olvidado a su esposo, que ya era muy mayor para esas cosas, que era el tiempo de ser abuela y que ya había pasado su momento para el amor. Por supuesto que Juan no podía aceptar que nuevamente la vida se encargara de separarlos. Siguieron viéndose discretamente hasta que los hijos de Juan decidieron hablar con las hijas de Rosa. No fue fácil; pero ellos estaban decididos a que su padre y Rosa fueran felices. Felizmente tuvieron éxito y a partir de ese momento todo fue como un cuento de hadas, todos los hijos fueron los que organizaron la petición de mano, las invitaciones, la iglesia, las despedidas de solteros, la boda. Rosa por supuesto que se casó de blanco y a partir de ese día fueron inseparables dedicándose todo el tiempo el uno para el otro.

[Cuckie:] Recuerdo el tono de voz con el que se hablaban, la ternura de Juan al tomar la cara de Rosa entre sus manos y llamarla su princesa, porque decía que las reinas eran viejas y ella no lo era; Rosa se derretía ante sus muestras de amor. El me dijo: “no será mucho el tiempo que estemos juntos pero de lo que estamos seguros es que no desperdiciaremos ni un solo segundo”.

Sobre esta historia de amor nos quedamos con dos cosas importantes: Que el amor trasciende el tiempo y el espacio y que nunca se es demasiado joven ni demasiado viejo para amar.

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